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La falta de agua en Doñana desde 1990 ha reducido su población de aves hasta en un 80%

Las 30.000 hectáreas de marismas son una quinta parte de las existentes hace un siglo

La escasez de agua y las problemáticas relaciones con el entorno son las dos principales sombras del parque nacional de Doñana (50.000 hectáreas protegidas) ahora que está celebrando su 250 aniversarío. Dos datos: el año pasado se censaron un 80% menos de aves (680.000 en 1989; 145.000 en el otoño de 1993) por la falta de agua; ahora, la extensión de marismas (30.000 hectáreas) es la quinta parte de las que había a comienzos de siglo. El plan de regeneración hídrica recuperando los aportes de caños, ríos y arroyos sigue pendiente.

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Entrar en Doñana es sumergirse en un retrato prístino del planeta, pero también en un espacio de complicada gestión y en una caja de resonancia para quienes quieren hacerse oír en el mundo. Doñana es embajadora de la naturaleza de España en el mundo, con la misma magnitud que lo es el Museo del Prado en arte. Y, como éste, Doñana no se libra de problemas.Miguel Delibes, director de la Estación Biológica de Doñana, ha criticado la contaminación de los acuíferos por la explotación agrícola y el Departamento de Ecología de la Universidad de Sevilla emitió un informe hace medio año destacando la situación crítica de este parque nacional; ya que el índice de precipitaciones de 1993-94 ha sido un 50% inferior a la media anual de la zona (570 milímetros). Y ya van cuatro años de sequía.

El director de Doñana, Jesús Casas, repasa: 1989 fue el ultimo año realmente bueno de lluvias, cuando las marismas se cubrieron abundante mente de agua; 1990 y 1991 no resultaron malos; pero 1992, 1993 y 1994 han introducido el estrés de la sequía en los ecosistemas. Como regalo del 25 aniversario de su creación, que está celebrando el Parque Nacional, viernes, sábado y domingo llovió en Doñana, lo que permite a Casas mostrarse "esperanzado" con este otoño-invierno.

40.000 gansos

La gestión del agua es imprescindible; el objetivo principal es recuperar los aportes hídricos -como el de Guadiamar-, desviados artificialmente y que dan vida a Doñana. Y es que de sus buenas condiciones -de que haya agua y comida vegetal- depende la salud de buena parte de la comunidad de aves acuáticas de Europa. Los ánsares -gansos- han de dormir con las patas metidas en aguas de poca profundidad y sólo emigran cuando se sienten lo suficientemente fuertes y bien alimentados como para recorrer cientos de kilómetros en una jornada. Si no hay agua, no tienen ni cama ni pan. Este año se calcula que han llegado unos 40.000 ánsares. En los años buenos, han llegado a contabilizarse 80.000; y sumando todas las aves acuáticas, un millón de ejemplares.

Las principales críticas a Doñana, que piden continuamente la dimisión de su equipo directivo, llegan de Javier Castroviejo, que fue director durante 12 años de la Estación Biológica de Doñana y ahora colabora con el PP; de Jesús Vozmediano, representante de los ecologistas en el Patronato de Doñana -ahora presidido por un hiperactivo Carlos Romero, ex ministro de Agricultura- y del Ayuntamiento de Almonte, que insiste en que el parque nacional cercena su desarrollo económico y social. Castroviejo centra sus ataques en la seria merma o desaparición de 15 especies que habitaban Doñana en los últimos daños Almonte -la mitad del terreno del parque está dentro de su término municipal- es el único pueblo del entorno que se ha negado a participar en las bodas de plata.

Las buenas relaciones con los pueblos limítrofes -que los habitantes vean el parque nacional como un beneficio- es el otro gran reto de Doñana. Para incentivar el desarrollo sostenible de, los alrededores se ha puesto en marcha un plan de 63.000 millones de pesetas, financiado en buena parte por la UE.

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