De Pamplona a Memphis
Mantenerse en la cumbre es tarea ardua, y de ello puede dar fe Barricada, la veterana banda navarra que ha dominado el paisaje de ese rock a pie de calle que supo entender como nadie la esencia de Leño, a quien se atribuye el magisterio en esas lides. Dentro de una madurez coherente y sólida, vive el cuarteto pamplonés el descenso de su capacidad de convocatoria, que fue muy alta en las últimas seis temporadas y empieza a dar síntomas de decaimiento en la actual. Se justifica la bajada, dicen quienes ya no sintonizan tanto con el grupo, en que Barricada ha perdido parte de su rabia vital y en que sus textos radicales lo son cada vez menos. Y no es que los responsables de La araña se nos hayan aburguesado, sino que otras bandas más jóvenes empiezan a gritar más y obtienen parte de la numerosísima clientela de los norteños. Así las cosas, el recurso es la vuelta a los pequeños garitos, como hace una década, cuando cada fin de semana vomitaban su desazón en los gaztetxes de su tierra.Desde su primera visita a España, hace cinco años, Gun mantiene estrechos lazos de simpatía con el público de aquí. El ahora cuarteto escocés tiene entre nosotros un escenario propicio. Y se encuentran tan a gusto, tan distendidos, que a veces parece que el concierto no significa un compromiso. El vocalista Mark Rankin incluso aprovecha al final para confraternizar con todo el que suba al escenario mientras, curiosamente, recuerdan, mediante So lonely, que Police fue favorito de muchos. En esta oportunidad les faltó garra a los de Glasgow, y hay quien lo atribuye a la pérdida voluntaria de una segunda guitarra.
Formación curtida
El trotamundos Javier Vargas ha aplicado sus experiencias norteamericanas para sí mismo, y así su banda de blues está marchando como hasta hace poco era impensable. Cierto es que el tute del guitarrista y su gente por todo garito que les prestase tablas ha dado como resultado una formacíón curtida y de hechuras. Vargas es hombre que se maneja bien en los contactos internacionales. Por eso no es sorpresa que se arrime a consagrados como Chris Rea o que el mismísimo Carlos Santana se enamore de una pieza de su firma. En algunas fechas, el hombre del sombrero hace que M-Clan, una banda murciana enamorada de los setenta, luzca media hora de rock a la antigua usanza.El mercenario Eduardo Pinilla también recurre al blues. Guitarrista al servicio de Luz Casal, Joaquín Sabina y últimamente Burning, se ha llevado consigo a la base rítmica del longevo grupo madrileño para disfrutar en pequeños espacios de noches relajadas donde manda el recuerdo de canciones con solera. Al frente está la voz femenina, ella es Yolanda, que sabe cómo apañárselas con el repertorio. Ya lo dijo Vargas hace poco: Memphis, como símbolo de la música popular de este siglo, hace buenas migas con Madrid.
Babelia
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