El rescate del ozono
MICHAEL D. LEMONICKEs primavera en la Antártida, y eso significa que el agujero de ozono regresa puntualmente. Como todos los años desde que se observó por primera vez, en 1985, la concentración de este gas estratosférico protector se ha desplomado temporalmente, permitiendo que una cantidad mayor de los perjudiciales rayos ultravioleta del sol llegue hasta la superficie terrestre.
El agujero de este año es peor que nunca: la Organización Meteorológica Mundial, de la ONU, afirma que ha desaparecido el 701/Ó de la capa de ozono de la Antártida, un nivel récord.
Las cosas van mucho mejor en las latitudes templadas, pero el ozono está desapareciendo en mayor o menor medida en todo el mundo, con lo que las plantas, los animales y las personas resultan más susceptibles a los Cánceres de piel, los daños en el sistema inmune y el crecimiento reducido que pueden ser provocados por la exposición a los rayos ultravioleta.
La buena noticia es que la tendencia debería invertirse próximamente. Aunque esa mejora parece lenta, será más rápida de lo esperado. Hace sólo unos años parecía improbable que las empresas químicas abandonaran voluntariamente unos productos con gran demanda y fáciles de fabricar. Pero los líderes del sector, DuPont en EE UU e ICI en el Reino Unido, encontraron unos sustitutos eficaces y menos dañinos para el ozono, entre otros, los hidroclorofluorocarburos (HCFC) y los hidrofluorocarburos (HFC).
Volver al butano
Puede que los Compuestos de sustitución hagan felices a las empresas químicas, pero no caen bien entre los ecologistas. Aunque los FIFC no atacan al ozono, los HCFC sí. Y esos gases tienen un poderoso efecto invernadero.
¿Cuál es la alternativa? Los grupos ecologistas presionan para volver a los hidrocarburos como el propano y el butano. En Alemania, las neveras refrigeradas por propano o butano ya han conseguido el 50% del mercado. El resto de Europa avanza lentamente en la misma dirección.
Los grandes sistemas comerciales de: refrigeración son el siguiente gran objetivo del grupo ecologista Greenpeace. Para esos aparatos, el sencillo y antiguo amoníaco podría ser el refrigerante más ecológico.
Queda el problema no resuelto de qué hacer con las existencias actuales de CFC y halones. Los, CFC de aparatos usados pueden reciclarse para su uso en nuevos refrigeradores. Pero el problema es que algunos países han exportado neveras con etiquetas que afirmaban que contenían "CFC reciclados", cuando los aparatos contenían compuestos de nueva producción.
Por llanto, la eliminación completa de todos los compuestos químicos que destruyen el ozono no será una cuestión sencilla. Si las naciones se enfrentan a todas las amenazas ecológicas de forma relativamente unificada, el planeta podría ser mucho más saludable que ahora.
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