Los voluntarios de Betinho
Los que trabajan en las favelas han recibido un gran espaldarazo del gran ángel de la guarda de todo Brasil, el personaje hoy más carismático a nivel nacional, Herdert de Souza, de 50 años, a quien el sida ha convertido en un esqueleto humano. La gente le llama simplemente Betinho. Ha conseguido movilizar como voluntariado "contra el hambre" a 30 millones de personas.Betinho, que ha hablado ya en la ONU y en muchos foros internacionales, está convencido de que la gente es insolidaria y se cierra en sí misma "sólo cuando no se la estimula".
Este hombre, agotado en su físico, pero con una imponente energía interior, ha podido comprobar cómo este gigantesco movimiento de voluntariado contra el hambre ha agudizado, el ingenio de no pocos que hasta están creando nuevos tipos de trabajo, al mismo tiempo que van tomando conciencia de que hoy desarrollo y empleo, no significan lo mismo. "Al revés, caminaremos", dice, "hacia una sociedad sin trabajo, que produzca el máximo con la mínima mano de obra".
Betinho no es un soñador. Mantiene un diálogo dialéctico con la clase política, que lo respeta. Sabe que no se pueden suplir los esfuerzos por un desarrollo económico más justo con la limosna, ni el voluntarismo, y grita que en el nuevo, neoliberalismo económico "existe una lógica perversa contra el Tercer Mundo que necesita ser cuestionada políticamente y que no van a ser los economistas quienes la cuestionen". Pero al mismo tiempo lanza el mensaje de que "todos y cada uno podemos y debemos hacer algo para aliviar la miseria".
Y está convencido de que su movimiento es revolucionario porque "recupera la fuerza de cada persona en el proceso histórico".
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