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Tempestades, sobre Rusia

Dos tempestades han caído sobre Rusia en el espacio de una semana. La primera de ellas fue la vertiginosa caída del rublo el martes negro 11 de octubre. Tres días después, el mortal atentado contra el periodista del Moskovski Komsolets Dimitri Jodolov, de 27 años, quien estaba investigando sobre la corrupción en las altas esferas militares, en la que, al parecer, implicaba al general Gratchev, actual ministro de Defensa Dos historias muy diferentes, pero que han impresionado porque proyectan una cruda luz sobre la degradación de las costumbres políticas y la irresponsabilidad del Gobierno ruso.Tras el crash del rublo, una agencia de prensa próxima al Kremlin ha dado a entender que el primer ministro Víktor Chernomirdin organizó la caída del rublo para favorecer al Gazprom, el trust ruso más rico en dólares y del que había sido dirigente. Al día siguiente del asesinato de Dimitri Jodolov, el Moskovski Komsomolets publicó la grabación de una conversación telefónica con el general Gratchov que probaba que Borís Yeltsin estaba al corriente de sus turbios negocios. Ninguno de los dos dirigentes ha considerado oportuno responder y siguen tranquilamente en sus puestos. Más aún: Borís Yeltsin les ha renovado su confianza explícitamente y acusado a los "comunistas golpistas" de encarnizarse con ellos porque no les perdonan que se pusieran a su lado durante la crisis de 1993 que finalizó con el bombardeo del Parlamento. Pero esta vez no le han creído ni sus amigos políticos más fieles. Los funerales de Dimitri Jolodov se transformaron en una gran manifestación popular espontánea. Algunos habían esperado que Yeltsin se uniría a ella aunque sólo fuera para sacar un poco de brillo a su blasón. Pero no fue, y ni siquiera mandó una corona de flores.

Desde entonces, la prensa que tradicionalmente le era: favorable está llena de artículos contra él. "Ya no es el hombre por el que votamos en l99l", escribe el popular periodista Valentín Gordin, "y seguramente tampoco es el más cualificado para dirigir el país". La viuda de Andréi Sajarov, Elena Bonner, pronunció un discurso del mismo tenor en la televisión exigiendo la dimisión inmediata del general Gratchov. Sin embargo, a nivel políticb el ambiente parece tranquilo tanto en. el Kremlin como en la Duma. Los diputados esperan el informe de la comisión especial sobre la devaluación del rublo antes de decidir la suerte del Gobierno. También han convocado al general Gratchov, aunque su ministerio pertenece al terreno reservado al presidente y no pueden cambiar al titular. Mientras tanto, emisarios de Borís Yeltsin negocian en los pasillos con los "comunistas golpistas" para evitar una caída de Chernomirdin que podría desembocar en un nuevo pulso entre el poder ejecutivo y el Parlamento.

Es muy posible que esos conciliábulos den resultado. La oposición, sea cual sea su color, no tiene ningún interés en precipitar las cosas. El tiempo juega a su favor. Las tempestades de la semana pasada han demostrado que Borís Yeltsin está pillado en unas contradicciones que dividen su campo y que reducen a muy poca cosa su base electoral. El presidente ruso hace creer a los occidentales que ha logrado estabilizar la situación para poder reivindicar un papel más importante en la escena internacional. Pero ¿puede considerarse que un Estado es fuerte y estable cuando no controla su moneda?

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En el origen de estas anomalías hay una política económica totalmente esquizofrénica. Para yugular la inflación y reducir el déficit presupuestario, el Gobierno ruso ha sacrificado las inversiones y la producción, provocando de hecho un descenso dramático de sus propios ingresos y lo- que se llama "la crisis del impago": las empresas no pagan a sus proveedores ni a sus propios empleados. Para evitar la parálisis total de la economía, el Kremlin ha decidido devaluar el rublo en etapas, primero en octubre y más tarde en Navidad. En nuestros países, esos proyectos son los secretos mejor guardados, pero no en Rusia. A finales de septiembre, un alto responsable de finanzas, Oleg Viugin, anunció la fecha en la que el dólar superaría la barrera de los 3.000 rublos -y también que en diciembre superaría la de los 3.500. ¿Lo hizo por incompetencia o para advertir a sus amigos de los bancos comerciales? Lo único cierto es que el 11 de octubre, un dólar valía 4.000 rublos en Moscú, 4.200 en San Petersburgo y hasta 5.000 en provincias.

Los bancos reconocen que lanzaron esta inmensa especulación y que con ella han logrado fabulosos beneficios (lo mismo que los exportadores rusos de gas, petróleo y otras materias que se pagan en dólares). Pero eso no es todo: toda la política de ahorro remunerada en rublos, deseada por el Gobierno, se ha venido abajo como un castillo de naipes. Sólo los inconscientes colocan su dinero en una moneda susceptible de perder en un día el 40% de su valor. Pero el imperturbable Víktor Chernomirdin ha preparado para 1995 el mismo presupuesto que para 1994. Lo ha hecho, según una confesión casi oficial, para obtener del Fondo Monetario Internacional los 4.000 millones de dólares ya prometidos con los que sostener el rublo. Pero la debilidad de la moneda es consecuencia de la debilidad de la economía rusa, y de continuar con la misma política es seguro que esos 4.000 millones del FMI terminarán también en los bolsillos de los especuladores.

En un país en el que las grandes industrias se las apañan como les da la gana, el Ejército está obligado a hacer lo mismo. Completa su presupuesto haciendo negocios. Las tropas rusas destacadas en Alemania los hacían a la vista: de todo el mundo. El caso de los dos Mercedes del general Gratchov estalló en 1992 y periódicamente vuelve á ponerse sobre el tapete. Próbablemente el joven Dimitri Jolodov encontró material todavía más sabroso. Aunque, evidentemente, nada prueba que el ministro de Defensa haya dado la orden de liquidar al periodista, al general Gratchov le costará convencer a la gente de que él no tiene nada que ver en el caso y que, como pretende, el propio periodista trajo del Cáucaso la bomba que le mató. Los rusos de hoy ya no se creen ese tipo de versiones oficiales.

K. S. Karol es periodista francés especialista en cuestiones del este de Europa.

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