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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Réplica a AEK

En las réplicas que AEK ha enviado a diferentes medios pretendiendo refutar mi testimonio sobre mi experiencia en el barnetegi de Zestoa (El totalitarismo de la ameba), se ha limitado, de un modo totalmente decepcionante, a etiquetarme como el instrumento de una fantasmagórica conspiración política orquestada por el PSOE y cuyo fin sería dinamitar las relaciones que mantiene con el Gobierno vasco. Colocarme la etiqueta de conspirador contra AEK y la euskaldunización supone, en el contexto vasco, situarme en el belicoso bando de los enemigos del euskara y de los españolistas contrarios a Euskadi. Sin ninguna esperanza en ser creído, quiero decir públicamente que no pertenezco a ningún partido político, ni me beneficio de la protección de ningún grupo de presión, y que mi escrito sobre AEK no forma parte de ninguna operación maquiavélica. Sólo soy un estudiante que está preparando su tesis doctoral y que, para mejorar su nivel de euskara, acudió ingenuamente a un barnetegi de AEK, donde sucedió exactamente lo que describí: que en vez de con el euskara, tropezó con una ameba. No dudo de que en AEK puede haber gran pluralismo ideológico y distintas maneras de entender el aprendizaje del euskara, pero creo que han perdido una excelente oportunidad para demostrarlo a la sociedad con un ejemplo práctico. Pero ese pluralismo del que presumen no parece tener mucho fundamento a juzgar por los denuestos e imprecaciones que me han dedicado sólo por hacer públicos los métodos, totalmente inaceptables en mi opinión, de un barnetegi en particular y acaso excepcional.Los juicios de valor que AEK emite sobre mi persona y la de mi director, Mikel Azurmendi -reconocido profesor, investigador y escritor euskaldun, aunque no se beneficie de ningún cargo universitario rimbombante-, están totalmente fuera de lugar: en vez de investigar la veracidad de mi testimonio, contrastándolo con otras fuentes -pues yo no me he negado a colaborar directamente con AEK en una hipotética investigación-, AEK se ha limitado a condenar el contenido de mi artículo, ignorando lo que pasó en las aulas y fuera de ellas, tratando el artículo como un ataque a su labor global como institución. Semejante unanimidad deja en muy mal lugar a AEK, que ha preferido matar al mensajero en lugar de investigar el mensaje.-

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