Un socialdemócrata bajo vigilancia conservadora
Un importante industrial de Sáo Paulo comentó durante la campaña electoral que no conviene llamarse a engaño: ocurre muchas veces que un ejército conquista una posición y otro es el encargado de ocuparla. El empresario apuntaba confiado a que Fernando Hénrique Cardoso, de 63 años, dirigente del Partido Social DemócrataBrasileño (PSB), muy bien puede ganar las elecciones que hoy se celebran, pero fuerzas domiciliadas en el conservador Partido del Frente Liberal (PFL), que formó coalición electoral con el PSB, pueden decidir as pectos fundamentales de su programa de Gobierno. Cardoso, quien en varios discursos aludió admirativa mente al presidente español, Felipe González, huyó a Chile perseguido por la dictadura militar, fue ministro de Hacienda en el Gobierno de Itamar Franco y es considerado un político de amplia ex periencia en la negociación y el consenso.El candidato favorito en todas las encuestas asegura que no se dejará manipular por los grupos contrarios al cambio político en Brasil, califica de tigres de papel a las oligarquías del noreste nacional y subraya que uno de los peores males del Estado es que muchas grandes corporaciones confunden los intereses de grupo con la defensa de la patria.
Cardoso pensaba así en 1985: "Existe ( ... ) un sentimiento de desigualdad social y una convicción de que, sin reformas efectivas del sistema de producción y de las formas de distribución y apropiación, no habrá Constitución ni Estado de derecho capaces de eliminar el hedor a farsa de la política democrática".
Un buen amigo suyo dice que el paso del tiempo y las circunstancias han transformado al intelectual en un político más pragmático, pero aún comprometido con las utopías posibles. "Yo soy la izquierda viable", declaró. "[El Partido de los Trabajadores] me quiere presentar como de derechas, pero no soy la derecha. Soy la izquierda viable. Ellos son la izquierda utópica y regresiva. La utopía es complicada en política. Es necesaria, pero tiene que haber realismoCardoso, decidido a acelerar las privatizaciones, flexibilizar los monopolios del petróleo y las comunicaciones y alterar la legislación que rige la entrada de capital extranjero en la minería y la energía, ha subrayado que toda su política tendrá como principal objetivo conseguir mayor igualdad y justicia social. Quiere modificaciones estructurales y generalizar el acceso a la enseñanza porque cree que, en caso contrario, Brasil no entrará "en el próximo siglo como país competitivo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.