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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sorpresa e indignación

Ante el reportaje aparecido en EL PAIS del 25 de septiembre de 1994 titulado El totalitarismo de la ameba, acogiéndonos al derecho a réplica queremos hacer las siguientes reflexiones.Al finalizar el cursillo, a todos los alumnos se les solicita que realicen de forma anónima un balance de su paso por el barnetegi, y que incluyan en el mismo todas las críticas, sugerencias, etcétera, que quieran realizar. De los 19 alumnos que formaban el grupo en el que estaba Iñaki Martín, 15 hicieron llegar sus valoraciones, y todas ellas son positivas.

AEK lleva 14 años organizando barnetegis o internados para facilitar el aprendizaje del euskara. Sólo este año se han organizado 28 barnetegis en 16 localidades vascas, por los que han pasado más de 900 alumnos. A lo largo de estos años han sido más de 10.000 los alumnos matriculados en los distintos barnetegis de AEK, sin que nunca hayamos tenido un problema de este tipo. Todo esto nos lleva a sospechar muy seriamente sobre las verdaderas intenciones de la publicación del reportaje, máxime teniendo en cuenta que el mismo finaliza realizando una sugerencia cargada de veneno sobre la conveniencia o no de subvencionar con dinero público a estos barnetegis.

Como el desconocimiento de los lectores de EL PAÍS residentes fuera del País Vasco con respecto a la actividad de AEK es total, el reportaje se complementa con un artículo titulado Una explicación, firmado por Mikel Azurmendi, profesor de la UPV, en el que, con el pretexto de situar al lector, da una versión de la actividad e historia de AEK absolutamente falsa y distorsionada.

Si EL PAÍS se hubiera decidido a contrastar dicha información, quizá sus lectores sabrían hoy que el movimiento en favor de la euskaldunización y alfabetización de adultos surgió en la década de los sesenta por iniciativa de la Real Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia), paralelamente al de las ikastolas en el campo de la enseñanza infantil, para responder a la necesidad de alfabetizar en euskara a las personas adultas que, aún conociendo la lengua vasca, no sabían leer ni escribir en euskara, y que posteriormente se amplió el trabajo al campo de la enseñanza del euskara a las personas que lo desconocían.

Que el conflicto que enfrentó a AEK con la Administración autónoma desde la creación de HABE en 1983 (y no 1993 como erróneamente se afirma en el artículo) no tiene nada que ver con los motivos que se citan en el mismo, sino que el desencuentro se sitúa en el año 1979 (antes de la creación del instituto HABE), cuando el entonces Consejo General Vasco presentó un anteproyecto para organizar la enseñanza de euskara a adultos.

Este anteproyecto, aun con sus aspectos positivos, fue rechazado por la inmensa mayoría de los centros existentes entonces y que impartían euskara a adultos, porque negaba la participación de la comunidad educativa en la toma de decisiones y la necesaria autonomía de la enseñanza, pilares básicos en todo proyecto educativo que Pasa a la página siguiente Viene de la página anterior sea plural y democrático. Quizá los lectores podrían saber que AEK tiene más de 160 centros en todo el País Vasco, que durante el curso 1993-1994 registró más de 30.000 matrículas, realizadas por personas de distinta ídeología y forma de pensar con el objetivo común de aprender o mejorar su nivel de euskara. Que AEK realiza las campañas de concienciación en favor de la lengua vasca más masivas e íntegradoras de cuantas tienen lugar en el País Vasco, como la korrika, una especie de carrera de relevos que en su última edición, celebrada el año pasado bajo el lema Todos amamos nuestro pueblo en euskara, recorrió todo el País Vasco y durante 10 días movilizó a más de 600.000 personas de todas las ideologías (desde alcaldes de UPN hasta los dirigentes de los tres sindicatos mayoritarios de Euskadi), sin que por ello mereciera ni la más mínima reseña en EL PAÍS.

Quizá los lectores sabrían que AEK firmó en junio de este año un preacuerdo con la Consejería de Cultura del Gobierno vasco, y que en la actualidad mantiene conversaciones con dicha consejería. Que AEK mantiene relaciones fluidas y estables con todos los partidos del arco parlamentario tanto en la Comunidad Autónoma Vasca como en Navarra. Que AEK ha firmado convenios de colaboración con numerosos ayuntamientos vascos. Que impulsa proyectos de investigación didáctica en colaboración directa con distintas instituciones, incluidas las europeas.

Los lectores de EL PAÍS habrían conocido que es falsa la afirmación de Mikel Azurmendi de que "los centros homologados de enseñanza son centros que no cuentan con profesores con titulación académica, centros de AEK, efectivamente", ya que AEK tiene en la actualidad 13 centros homologados y otros cuatro en vías de homologación, lo que supone el 60% del total de centros homologados existentes. Que la calidad de la enseñanza de AEK, tanto en sus centros libres como en los homologados, es reconocida de forma unánime en la sociedad vasca. Que desarrolla una ingente labor en el campo didáctico incorporando las técnicas más avanzadas a la enseñanza del euskara, creando material didáctico de todo tipo, publicando revistas especializadas, etcétera. Que todo esto se realiza en unas condiciones económicas muy precarias, y gracias a la buena voluntad de profesores y alumnos y, sobre todo, al apoyo de la sociedad vasca, consciente de la importancia de la labor que esta coordinadora desempeña.

Ignoramos por qué Mikel Azurmendi da una versión de la realidad tan sesgada e inexacta, pero queremos hacer saber a la dirección de EL PAÍS que en la UPV hay cientos de profesores, muchos de los cuales han aprendido euskara en AEK, que podrían haber informado de la historia y realidad de AEK de forma mucho más ajustada.-

Los vascos que amamos la lengua vasca, pero que, aunque parezca increíble, no ponemos bombas, ni nos gustan los asesinos de ETA e incluso hacemos de vez en cuando alguna cosa positiva no existimos para EL PAÍS. No somos noticia.

Iñaki Martín tuvo mala suerte al asistir a un barnetegi y encontrarse con un campo de amebas terroristas. ¿Por qué no habla EL PAÍS de otros miles de Iñakis e Ignacios que han asistido también a barnetegis, sean de AEK o no, y han tenido, por el contrario, experiencias positivas?- Pello Salaburu. Catedrático de Filología Vasca y vicerrector de la UPV.

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