Cobra fuerza la sospecha de que el secretario general del PRI fue asesinado por encargo
La hipótesis de que el asesinato del secretario general del Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Francisco Ruiz Massieu, fue hecho por encargo cobraba ayer cada vez mayor fuerza, especialmente tras conocerse que el autor del disparo ha confesado ser un sicario. En medios políticos no se dejaba de asociar esta muerte violenta con la del primer candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, meses atrás. Tanto Colosio como Ruiz Massieu, hombres ambos de la máxima confianza del todavía presidente Carlos Salinas de Gortari, se habían comprometido a cambiar el PRI.
Los dos miembros de la cúpula del partido que ocupa el poder en México desde hace 65 años pretendían la democratización y separación del Gobierno, una limpieza inmediata y a diferentes niveles de gente adscrita a este partido con oscura trayectoria en su haber y sospechosa también de dar protección al narcotráfico a cambio de dinero.En México cada vez suena más el término narcopolítico, que se vincula a otro término también muy usado: el de dinosaurio, que es como se identifica a algunos dirigentes políticos que nacieron y crecieron pobres y hoy poseen fortunas monumentales. Antes, la corrupción lo era a otros niveles, especialmente a cambio de favores o mediante la participación en negocios desde el poder, pero desde que apareció el narcotráfico este tipo de políticos se dio cuenta de que el enriquecimiento es más rápido y también menor el riesgo.
Aunque por lo general nadie, por puro miedo, revela nombres concretos, todo el mundo sabe que existe esta casta amplia de políticos que se corrompe a cambió de permitir vía libre en el país a las diferentes mafias del narcotráfico. De hecho, México se ha convertido en los últimos años no sólo en la tradicional tierra de paso hacia Estados Unidos de la droga procedente de Suramérica sino fundamentalmente en su granero y en su principal centro de operaciones.
La Procuraduría General de la República, que ha cambiado en los últimos tres años cuatro veces de titular, ha puesto al descubierto que un sector importante de la Policía Judicial Federal, la institución que combate la droga en México, está podrida, aunque resulta muy difícil pasar más allá de la simple sospecha. En estos tres años ha sido muy raro encontrar un comunicado oficial de detención de narcotraficantes donde no aparezca un funcionario policial implicado. De hecho, pasan ya del centenar el número de comandantes (comisarios) y funcionarios relacionados con la seguridad depurados, arrestados o en fuga como consecuencia de averiguaciones que los implican con las mafias de las drogas.
Golpes de efecto
Pero las investigaciones se detienen ahí y ningún investigador, desde el propio procurador general de la República, que suele ser político y hombre de confianza del presidente del país, hasta el funcionario más pulcro y celoso ahonda más allá de la propia policía. Exceptuando políticos cuya corrupción ha sido extraordinariamente evidente, muy pocos peces gordos han caído en operaciones antidroga. De hecho, las detenciones años atrás del Negro Durazo o del dirigente sindical petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina, se han visto en México más como golpes de efecto del presidente de turno que como operaciones tendentes a acabar con la corrupción de la clase política y administrativa.
Ayer trascendió que el autor del asesinato de Ruiz Massieu no se llamaba ni Joel ni Héctor Reséndiz, sino Daniel Aguilar Treviño. El diario El Nacional, muy en la órbita de la actual secretaría de Gobernación, revelaba en su primera página que Aguilar Treviño mató a Ruiz Massieu a cambio de 50.000 pesos nuevos, algo más de dos millones de pesetas. La información facilitada por este rotativo, que no es oficial, indicaba que el asesino fue contratado por dos individuos, que lo trajeron desde Ciudad Victoria (norte del país) a la capital, lo ocultaron primero en un hotel y luego en una vivienda particular, y después le señalaron a su víctima mediante una foto aparecida en una revista.
Eso es lo único que se sabe hasta ahora de la persona que a la luz del día mató a Ruiz Massieu en un atentado muy similar en todo al que acabó con la vida de Luis Donaldo Colosio el pasado 23 de marzo en el paraje denominado Lomas Taurinas, en la fronteriza ciudad de Tijuana. El Nacional, que cita como fuente a un alto funcionario de la Procuraduría General de la República, dice que el asesino es originario del Estado fronterizo de Tamaulipas, uno de los pasos más conocidos de la droga hacia el sur de Estados Unidos y, en consecuencia, donde se da mayor corrupción política y administrativa por metro cuadrado.
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