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Berlusconi sella la paz con los grandes empresarios italianos

Giovanni Agnelli, presidente de Fiat; Mario De Benedetti, presidente de Olivetti; Luigi Abete, presidente de la Confindustria, la patronal italiana, y varios de sus predecesores como Sergio Pininfarina o Vittorio Merloni encabezan la lista de 14 grandes empresarios italianos que el pasado viernes se reunieron a cenar con el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, en el apartamento romano de Agnelli. La prensa interpretó ayer el encuentro como un acto de paz entre los empresarios y el Gobierno.La cena se produce en un momento clave, dado que la próxima semana el Gobierno de Berlusconi debería aprobar sus primeros presupuestos generales, una operación que pone en juego toda su capacidad política para imponer austeridad al país sin provocar trastornos sociales.

Las relaciones entre Berlusconi, empresario algo atípico en el panorama italiano, y sus pares en el mundo económico se enfriaron considerablemente durante la campaña electoral, cuando el candidato a primer ministro, descontento por la falta de entusiasmo que un sector de la Confindustria mostraba hacia su candidatura, habló de la patronal despectivamente, diciendo que era un club de desocupados.

Armani, confiesa haber pagado

Giorgio Armani, de 60 años, uno de los grandes nombres en la moda italiana implicados en la investigación de los jueces de Manos Limpias, reconoció ayer en Milán haber pagado a los inspectores de Hacienda con el fin de obtener un mejor tratamiento fiscal, según aseguró su abogado, Oreste Dominoni.Armani, cuyos vestidos superan, las 100.000 pesetas, realizó esta confesión ante el juez Antonio di Pietro, quien también interrogó ayer a Gianfranco Ferre, otro de los grandes de la moda.

"Él [Armani] aceptó las peticiones de los inspectores para pagar dinero", dijo Dominoni. La cantidad pagada fue de cien millones de liras (unos 80 millones de pesetas) y sólo en un año, 1990. Dominoni afirmó que Armani, al igual que otros muchos hombres de negocios italianos, se vio obligado a pagar a un sistema corrupto para poder sobrevivir en él.

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