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Entrevista:42 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

"Llegué al cine huyendo del teatro"

Rocío García

ROCÍO GARCÍA, Era un perfecto desconocido hasta hace nada y de pronto se convierte en uno de los actores revelación del cine español. Todos hablan de su mirada. Carmelo Gómez, de 32 años, es el protagonista, junto a Javier Bardem, de dos de los tres filmes españoles que se han presentado en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián: Días contados, de Imanol Uribe, y El detective y la muerte, de Gonzalo Suárez. Antes había trabajado en Vacas, de Julio Medem, y, más de pasada, en La ardilla roja, también del cineasta vasco, y en Canción de cuna, de José Luis Garci. Formado en el teatro, este corpulento leonés, protestón e ingenuo, que iba para campesino, confiesa, no sin resquemores: "Llegué al cine huyendo del teatro".

Pregunta. ¿Cómo fue su llegada al teatro?

Respuesta. Muchas veces tengo la sensación de que la vida me ha pasado por encima, que el azar ha ido mandando y que yo no he tomado decisiones muy importantes y drásticas, excepto la de ser actor, que ésta ha sido medular. Empecé a currar con mi padre en el campo, ése era el destino que estaba preparado para mí: trabajar con el tractor en los fríos y calores de mi tierra. Pero el pueblo me asfixiaba, todo el mundo te observaba, y cuando eres joven tienes ganas de que tu imaginación se dispare y nadie te lo critique. Así que un día me fugué de casa y me fui a Salamanca. Me fui para tres días y me quedé tres años. Allí compatibilicé distintos trabajos con un grupo de teatro semiprofesional que me animó a probar suerte en Madrid. Ingresé en la Escuela de Arte Dramático, donde encontré a Miguel Narros, quien me metió en el Teatro Español. Yo no sería lo que soy si no fuera por Miguel Narros.

P. O sea, que usted creció con el teatro?

R. Crecí mucho con el teatro y ahora estoy creciendo con el cine. Estoy cambiando mucho, estoy en un proceso de maduración importante en el que me ha pillado el cine, y lo veo con más solidez y más seriedad, pero es que yo también estoy más serio. La verdad es que el cine me ha tocado la médula.

P. ¿Cómo fue el salto del teatro al cine?

R. Ha sido muy difícil, porque el mundo del cine es muy estanco y no perdona a la gente que viene del teatro. Creen, erróneamente, que el actor de teatro es un actor exagerado y, a lo mejor, algo de razón tienen, porque su mecánica de trabajo es distinta. El cine se acerca mucho al individuo, la cámara es una radiografía perfecta que cuando se acerca a los ojos tienes que tener muy claro lo que estás pensando. La cámara capta la idea; en cambio, en el teatro la idea tienes que lanzarla a grito pelado para que llegue hasta el gallinero. A lo mejor exagero, pero creo que la cantera del cine está en el teatro.

P. Pues con la crisis que vive el teatro...

R. Sí; por desgracia, la gran madre se está viniendo abajo. Pero tienen que hacer algo, porque de ahí salen los actores de peso, capaces de hacer cualquier interpretación.

P. Dicen que es usted un apasionado.

R. ¿Eso dicen? Puede ser. Me pasa con la vida y puede ser que también con la interpretación. Mi actitud ante la vida es muy peleona, y, como siempre he sido un poco ingenuo, siempre he creído que peleando se consiguen las cosas. Así he configurado un carácter. No soy capaz de ir a ningún sitio donde se esté produciendo una injusticia y no protestar, a pesar de que eso te puede costar muy caro. A mí no me ha costado tan caro, a lo mejor es porque he conseguido ir escapándome a la vez que me iban cerrando puertas.

P. ¿Por ejemplo, en el teatro?

R. Sí. Cuando conocí el funcionamiento de lo que es la cúpula del teatro la machaqué. Sentía que estaban destruyendo todo el teatro y que nadie estaba interesado en un proceso de cambio. No había paso para nadie, y a aquel que venía con un poco de juventud y aire fresco le cerraban el paso a ese túnel oscuro y sin salida en el que se ha convertido el teatro. De hecho, no hay autores ni textos, nadie renueva nada. Bueno, a lo que iba. Hubo mucha gente influyente en el teatro que se enfadó conmigo y me vetó. Vi que se me iban cerrando las puertas y me fui fugando.

P. O sea, que su llegada al cine ha sido una huida del teatro.

R. En el teatro te dan coces si hablas un poco alto. Y como yo las coces no las soporto, pues fui metiendo la cabeza en el cine. Lógicamente, cuando te dejan entrar en el cine, entras, porque es un mundo muy atractivo. Pero si yo llego a pillar, un teatro mucho más solidario conmigo, posiblemente estaría ahora en un escenario y no en el Festival de San Sebastián.

P. En Días contados, de Imanol Uribe, pone rostro humano a un etarra.

R. Tuve muchos problemas, porque necesitaba un personaje concreto, con sus taras, sus manías y sus gestos. Pero eso era imposible, porque no podía acercarme a la cúpula de ETA y a nadie que tuviera un pasado de estas características. Así que decidí que un etarra puede ser cualquiera con el que nos crucemos en la calle, igual que un pederasta. Y como lo principal del personaje es su pasión y su amor por una mujer, me dije: "¿Qué más da que sea o no un etarra, si yo lo que, tengo que ser es un romántico?".

P. ¿Es verdad que se basó en Urrusolo Sistiaga?

R. Aparece este nombre porque, cuando íbamos a rodar la película, era el único etarra que había hecho público su enfrentamiento con la cúpula de ETA. Las cartas publicadas de Urrusolo tienen una referencia clara con el personaje del filme, que también se enfrenta a los máximos responsables de la organización.

P. Del rostro humano de ETA da paso al hombre sin rostro, oscuro, en el filme de Gonzalo Suárez.

R. Cuando leí el guión de Gonzalo, creí que era un poema. Rimaban hasta las frases. No pude imaginarme la película con la primera lectura, pero supe que detrás de aquello había algo muy grande. Eso grande es la salvación del hombre. Mi personaje, el hombre sin rostro, oscuro, representa el destino. Suárez tiene su filme muy claro desde un principio, es uno de esos directores que saben que no tienen que contar todo a un actor, porque, si no, éste se anticipa y no sueña. Es casi cubista. La verdad es que he sufrido mucho con Suárez.

P. Tanto este personaje de El detective y la muerte como el que interpretó en Canción de cuna eran papeles pensados para Antonio Banderas.

R. A mí, Hollywood me cae muy bien, porque se lleva a nuestros actores y así los que nos quedamos tenemos trabajo. Pero que tengan cuidado, porque a lo mejor cuando quieran volver se encuentran con un panorama distinto.

P. ¿A qué le tiene más miedo?

R. Siempre he tenido pavor al futuro y a que mi vida esté predestinada. Y a la muerte, claro.

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