Un lego en arte contemporáneo
Al margen de los méritos profesionales de José Guirao y Miguel Zugaza, nombrados para ocupar respectivamente las vacantes de la dirección y subdirección del MNCARS, la designación como director de un político profesional, experto en la gestión administrativa del patrimonio, pero hoy por hoy funcionalmente un lego en materia de arte contemporáneo, no sólo revela la voluntad ministerial de contar, por encima de todo, con una persona de confianza Y' por consiguiente, de franquearse así las puertas para una intervención directa en la vida cotidiana del citado museo, sino también abre un precedente, a mi juicio, en principio, peligroso, pues puede llegar a propiciar en el futuro el indiscriminado sometimiento de la autonomía de los museos nacionales.La ministra de Cultura, que obtuvo un merecido éxito en el IVAM funcionando con un esquema como el ahora propuesto para el MNCARS, salvándose las considerables distancias, declaró que el cese de María Corral era debido a una pérdida de confianza, lo que explicaría la fórmula presente. Aunque la confianza, entendida como exclusiva lealtad personal, no es ni mucho menos todo, ni, por supuesto, lo mejor para el caso que nos ocupa.
Es cierto que José Guirao, tanto en Sevilla como ahora en Madrid, ha demostrado poseer un talante prudente, conciliador y realista, que seguramente rendirá de inmediato buenos frutos prácticos en la hasta ahora atribulada- y confusa historia del MNCARS, así como que Miguel Zugaza, un joven y brillante historiador del arte universitario, que ha demostrado sobradamente su competencia en materias de arte contemporáneo español, a través de la investigación, la crítica y la organización de exposiciones, completa muy adecuadamente las posibles lagunas específicas de aquél, por no hablar todavía de la comisión asesora de expertos, en ciernes, pero, con todo, todos estos nombramientos serán agua de borrajas si no responden a una política que seriamente encare los problemas de fondo no resueltos del MNCARS, que no son, precisamente, pocos.
Temerosa reserva
En este sentido, el principal es que esta institución sigue sin definir, como lo delatan sus propias siglas, si es una sala de exposiciones, una de cuyas muestran temporales es la que justificadamente denomina su colección permanente, o si quiere ser lo que todavía no es: un museo de arte contemporáneo. A partir de ahí se, engarzan todos los problemas restantes, dependientes de esta cuestión fundamental. Veremos. En todo caso, dadas las circunstancias presentes y pasadas, nadie puede extrañarse de que la nueva situación provoque una temerosa reserva.
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