Ligereza de Aznar

NO RESULTÓ precisamente brillante la primera comparecencia del presidente del Gobierno en la sesión de control del Congreso. Pero en todo caso es pronto para saber si esa práctica va a tener, o no, un efecto dinamizador de la vida parlamentaria. Fue precisamente la reactivación del Parlamento el argumento de la oposición para proponer a González que acudiese regularmente al Congreso como hacen otros gobernantes europeos. Parece que el PP se arrepiente ahora dé haber suscitado el tema y que prefiere a González rumiando su melancolía en La Moncloa antes que respondiendo a sus preguntas en el Parlamento, aunque sólo sea durante un cuarto de hora a la semana.Pero las dudas sobre lo que le conviene y lo que le perjudica no justifican el desdén del líder de la oposición despachando la primera comparecencia del presidente con la frase lapidaria de: "El problema de González es que su palabra no vale nada". A mediados de agosto, Aznar acusó al presidente elegido democráticamente por los españoles de estar "dispuesto a todo para mantenerse en el poder". Ya se sabe que a los histriones en algunos medios les encanta escuchar tales cosas. Pero el deseo de contentarles no justifica tal ligereza en quien puede ser mañana sucesor de González. Si gana las próximas elecciones o una moción de censura. Son las dos únicas vías democráticas de acceder al poder. Descalificaciones e insultos están de moda en España. Pero Aznar no debería emular a los más faltones de sus corifeos. El argumento de que lo mismo hacía Guerra contra Suárez hace 14 o 15 años sólo puede consolar a quien considere que los españoles no han aprendido nada desde entonces.