El Centro Pompidou de París recibe un importante legado de dibujos del dramaturgo Antonin Artaud
Antonin Artaud (Marsella 1986-Ivry 1948) no sólo fue el autor de El teatro y su doble (1938), un actor considerable, el organizador del teatro Alfred Jarry o el testigo de la vida y costumbres de los indios tarahumaras (1936); fue también dibujante, con una producción cuya parquedad (un centenar de dibujos) no hace más que acrecentar el interés de sus admiradores.Paule Thévenin, amiga del escritor y autora de la edición completa de sus obras, legó antes de morir -en octubre de 1993- 28 dibujos al Centro Pompidou, mientras hacía donación de todos los manuscritos originales a la Bibliotèque Nationale. Fue también ella quien, ya en los años ochenta, hizo entrar 12 dibujos de Artaud en la colección del Museo Nacional de Arte Moderno lo cual, con esta reciente donación, convierte al Pompidou en el mayor coleccionista de sus obras. Hoy el centro inaugura una exposición de los dibujos de Artaud.
Paule Thévenin conoció a Artaud cuando ella tenía 23 años y el artista había salido del psiquiátrico de Rodez, en 1946, par entrar, en régimen abierto, en la clínica mental de lvry. La vida de Paule cambió radicalmente tras este encuentro. Abandonó la medicina para consagrarse a la tarea de descifrar la intrincada caligrafía de Artaud, transcribir los textos que él le dictaba, conservar y archivar los documentos y, finalmente, publicarlos. Hoy están en la calle 25 tomos publicados por Gallimard y dos más en curso de publicación.
La dedicación de Paule a la figura del escritor fue total; impresionaba, al verla, el parecido físico que su rostro había ido adquiriendo con el de Artaud. Es esta vida, esta capacidad de entrega, la que el Centro Pompidou reconoce rindiéndole un homenaje paralelo a la exposición; la paradoja de esta historia reside en la querella que contra Paule Thévenin cursó la familia de Artaud, querella que causó un escándalo considerable en los círculos parisinos.
Estos dibujos de Artaud (pertenecientes a los años veinte y a 1945 y 1946, su mejor época) son fundamentalmente retratos de amigos (de Thévenin, Roger Blin, Minouche Pastier, etcétera): son rostros distorsionados, fuertemente expresivos (intentando captar, según el mismo Artaud dijera "esta especie de muerte perpetua sobre el rostro de su modelo"), y que sin embargo conservan el parecido con el retratado. Son inolvidables, en parte por sus ritmos angulosos y por la inclusión de signos y de glosolalias conjuratorias: híbridos, pues, de poema y dibujo. Otros muestran cuerpos fragmentados, pictogramas de una personalidad escindida, metáforas tanto de la crueldad como de la dualidad psíquica.
La exposición del legado de Paule Thévenin estará abierta hasta el 16 de octubre y se acompaña de toda una serie de manifestaciones alrededor de la figura de Artaud.
Babelia
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