Major encuentra en la tregua del IRA o un inesperado o salvavidas político
John Major, el primer ministro británico más impopular desde que se inventaron las encuestas de opinión, puede haber encontrado su supervivencia política en el hallazgo de una fórmula de paz para Irlanda del Norte capaz de comprometer al Ejército Republicano Irlandés (IRA) en una tregua total. El cambio de escenario es tremendo para un hombre, John Major, que hasta el martes deambulaba herido en todos los sondeos a distancias kilométricas del joven y recién elegido líder laborista, Tony Blair, el máximo favorito para ganar las próximas elecciones. Ahora, el trascendental éxito del Ulster puede colocar a Major, junto a su homólogo de la República de Irlanda, Albert Reynolds, en la lista de candidatos al premio Nobel de la Paz.Major, heredero del cargo que ocupó durante más de una década Margaret Thatcher, considerada un verdadero peso pesado en la política británica de este siglo, llegó a la jefatura del Gobierno con el, estigma de ser un primer ministro de transición. Hoy, junto al primer ministro irlandés, otro hombre tachado despectivamente por la prensa de pragmático, ha logrado triunfar donde la dama de hierro fracasó.. La lista de ilustres -David Lloyd George, Winston Churchill, Harold Wilson o Edward Heath- que tropezaron con el asunto irlandés agranda el logro de Major.
El primer ministro británico colocó hace un año el delicado asunto de Irlanda del Norte en el primer punto de su agenda de trabajo. Como muchos de sus predecesores había hecho promesas durante la campaña electoral. Desde 1993, el primer ministro ha tenido que actuar con gran tacto diplomático. Empleándose en tres frentes peligrosos y hostiles a cualquier concesión: el Ejército Republicano Irlandés, su propio partido, el Conservador, y los unionistas protestantes, temerosos de que un acuerdo de paz con los católicos suponga un cambio en la situación política de la región.
El talón de Major
El líder protestante James Molyneaux, un moderado, cuyo partido otorga a Major un colchón sobre el que descansa su exigua mayoría parlamentaria en Westmister, tiene ahora la llave para garantizar el éxito de todo el proceso. La derecha del Partido Conservador, en la que anidan los euroescépticos que estuvieron a punto de derribar al primer ministro en las maratonianas sesiones de ratificación del Tratado de Maastricht, puede revolverse contra John Major al más leve signo de duda en las filas de Molyneaux o de debilidad en la defensa de la soberanía británica sobre Irlanda del Norte.
Después de dos años y medio de revueltas internas, cambios radicales de política, escándalos sexuales y financieros en su partido, el Ulster puede representar el salvavidas que permita a Major alcanzar vivo las próximas elecciones, a mediados de 1997.
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