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"La calle es nuestra", dicen los cubanos de Miami

"La Calle 8 es nuestra! ¡La Calle 8 es de los cubanos y la vamos a parar hasta que haya un bloqueo naval y aéreo!". Ofelia Silva levanta un cartel en el que se leen mensajes poco cariñosos para Bill Clinton mientras grita y cuida de que a su madre no la atropelle un coche. El tráfico está cortado en la Calle 8, a la altura de la plaza de los Mártires de la Brigada de Asalto 2506. Un centenar de cubanos de Little Havana gritan, ríen y gesticulan ante comprensivos automovilistas que les hacen coro con el claxon o esperan pacientes.En otros lugares de Miami y de Florida se repiten escenas como ésta. Ante el Centro de Detención Krome, al que han sido llevados los rescatados del fin de semana, los primeros ilegales, hay más gente y los ánimos están más encrespados. Familiares y amigos de los detenidos rodean la valla de la instalación militar, piden información y, nerviosos e irritados, aseguran que es una infamia que haya cubanos detrás de alambradas en territorio norteamericano.

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En una acomodada casa con jardín, no muy lejos del Centro de Detención Krome, un grupo de cubanos -matrimonios con edades entre 42 y 55 años- comenta con pasión los últimos acontecimientos mientras cena. De los presentes, cinco formaron parte del Directorio Revolucionario Estudiantil que luchó clandestinamente contra Castro en los primeros años des pués de la revolución.

Tomás Travieso pagó, por esta razón, con 19 años en las cárceles cubanas. Ahora se mueven en los anchos márgenes de la socialdemocracia, y son políticos, profesores y hombres de negocios. Se distancian de Mas Canosa -"sería más totalitario que Castro si llegara al poder"- y coinciden en que el proceso de reformas y cambios hace que el exilio de Miami tenga poco que decir sobre el futuro de Cuba.

En la Calle 8, Armando Sotolongo, de 45 años, somete a referéndum megáfono en mano la posibilidad de retirar una bandera norteamericana como represalia por la ilegalización de los refugiados. "¿La bajamos o la dejamos?". Y se decide poner un lazo negro entre barras y estrellas. Jaime, que salió de Cuba a través de España hace ocho años, dice que a Clinton se le han aflojado los pantalones y que no entiende que el país que se llama líder de los derechos humanos haga todo esto.

En la casa de José Antonio Lanuza, presidente del Centro de la Democracia Cubana, la discusión es apasionada cuando se habla de Mas Canosa, cuando surge la relación histórica entre Cuba y EE UU -"¡antes volvemos con la Corona de España que con estos gringos!"-, y, naturalmente, cuando se habla de Castro. Lázaro Fariñas y su mujer, que estuvieron en La Habana hace cuatro meses en la Conferencia del Diálogo, defienden el lugar de Fidel en la historia de Cuba, pero Tommy Travieso es categórico: "¡Hay que matarlo o cortarle los huevos, chico!".

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