"Lo peor de todo ha sido la corrupción"
Amparo Rubiales. Su pelo es rubiales, cierto, pero su nombre sólo le hace justicia a medias porque, a pesar de ser ahora la guardiana de la ley y el orden en Andalucía como delegada del Gobierno, sus ojos azules miran con cierto aire de desamparo. La que mejor debe, saberlo es su madre, que la trajo al mundo en Madrid en 1945 y que el 23 de enero de este año, cuando las calles de Sevilla se iban a llenar de piquetes, la llamó al Gobierno para advertirle: "Amparo, niña, no salgas hoy, que va a ser muy peligroso". Hija de juez, vive en Sevilla desde los cinco años; fue comunista hasta 1981, cuando volvió de China con Carrillo y como tal fue concejal del primer Ayuntamiento democrático sevillano. Luego fue consejera de la Presidencia del Gobierno andaluz con Rafael Escuredo, y desde 1982 ha sido diputada andaluza, senadora y diputada en Cortes. José Luis Corcuera le propuso hace casi un año que fuera su delegada en Andalucía, cargo en el que de momento concluye su larga trayectoria de política. Lo que ha sido invariable en esa carrera ha sido su presencia activa en las tertulias que los lunes celebra desde hace años un grupo de mujeres sevillanas que llegó a constituir, en tiempos de la transición, un verdadero lobby ciudadano.Pregunta. ¿De qué hablan las mujeres andaluzas de ahora en esas tertulias?
Respuesta. De que hemos ido creciendo, manteniéndonos y consolidándonos. Incluso envejeciendo. Pero hay una cosa importante: esta sociedad civil desvertebrada ha sido capaz de mantener este tipo de reuniones plurales de mujeres, al margen de los partidos políticos, sin objetivos de actuación pública, aunque a todas haya servido en sus distintas biografías personales.
P. ¿De qué hablan?
R. Pues lo mismo hablamos de trajes de flamenca en la época de feria que de los hijos, que hablamos muchísimo. Y del trabajo de cada uno. Vamos allí a compartir la experiencia de un esfuerzo.
P. Es imposible que no le hayan puesto a parir al PSOE...
R. No, no. No me han puesto a parir al PSOE. Hemos discutido si las cosas que se hacen son o no como tienen que ser, pero no me han puesto a parir al PSOE. Y hemos conseguido, políticas y periodistas, mantener un clima de solidaridad y de confianza al margen de la actividad pública de cada una de nosotras.
P. Se dijo que ese foro era un lobby contestatario.
R. Incluso llegaron a darle más importancia de la que tenía. Hubiéramos querido que tuviera más proyección pública, pero creo que tenía que quedarse en lo que es: una reunión interna que nos sirviera para afrontar por separado nuestro trabajo exterior. Ahí hemos vivido las separaciones, divorcios, segundos matrimonios, y los nietos de algunas, y eso lo hemos experimentado. sin mezclar lo público con lo privado. Podía haber sido un lobby, pero es una reunión de mujeres de izquierdas.
P. ¿Usted detendría a un insumiso?
R. Sí, si incumple el ordenamiento vigente.
P. ¿Y usted cree que la ley siempre tiene la razón?
R. No. Pero cuando la ley es la que es, hay que aplicarla. Si no me gusta, intentaré modificarla.
P. ¿Cómo ve hoy usted su biografía? ¿Qué sitio hay en ella para el arrepentimiento?
R. Para el arrepentimiento no hay sitio, seguramente porque creo que no merece la pena entretenerse en lo que no se puede modificar. Los momentos más complicados para mí fueron cuando me casé por lo civil en 1971 y cuando dejé el PCE para entrar en el PSOE. Pero ésas son circunstancias, personales y políticas, que están en toda nnú generación.
P. ¿Qué camino han seguido desde entonces sus propias convicciones de izquierda en el marco de su partido?
R. Yo soy una persona convencida de que la política que ha hecho el PSOE era la que había que hacer. Era la política posible, y me siento bastante conforme. Me hubiera gustado que determinadas expresiones más superficiales se pudieran haber mantenido.
P. ¿A qué expresiones superficiales se refiere?
R. A las que han sido desmentidas por comportamientos que han dado lugar a fenómenos de corrupción. Hemos creado un Estado laico, pero en algunas cosas hemos sido poco beligerantes.
P. ¿A qué atribuye el desencanto de la propia izquierda ante la actuación del PSOE?
R. Yo creo que a lo que ocurre en el mundo al final del siglo XX. La caída del muro de Berlín fue también el final de una determinada concepción del mundo. Luego hay que pensar en la dureza de la realidad, en la crisis económica. Un factor muy importante en ese desencanto ha sido la propia división de los socialistas.
P. ¿A qué atribuye esa división?
R. Casi pensaría en la maldición divina, pero, como no creo en las maldiciones divinas, creo que forma parte de la esencia de los seres humanos, que necesitan confrontarse los unos con los otros en un momento determinado para seguir avanzando. Esa confrontación ha coincidido con el debate sobre qué es ser de izquierdas a finales del siglo XX.
P. ¿Cuál sería su respuesta?
R. Creo que ser de izquierdas a final del siglo XX es tratar de seguir dándole respuesta a los problemas de la gente, seguir siendo solidarios, estar contra todas las, desigualdades, sobre todo, contra las que se basan en las diferencias de sexo, ser tolerantes, volver a recuperar la forma de ser de izquierdas, permitir la libertad al mismo tiempo que dar contenido a esa libertad.
P. ¿Usted cree que el PSOE es de izquierdas?
R. Sí.
P. ¿Y en qué consiste hoy ser de izquierdas?
R. En que cuando llega al Gobierno de este país tiene presente la historia de España, es consciente de que hay muchos españoles que piensan de otra manera e intenta explicar que podemos convivir respetándonos mutuamente, y trata de poner fin a las desigualdades, y trabaja sobre todo en educación y sanidad para que esas desigualdades se mitiguen. Sí, creo que el PSOE ha sido la expresión de la izquierda española en el momento en que le ha tocado gobernar.
P. ¿Y por qué la gente dice que el PSOE es de derechas?
R. Eso se dice más como retórica que como práctica. Se dice que para ser de izquierdas debía gobernar con Izquierda Unida y no con CiU, pero eso es imposible, y empeñarse en lo imposible no es bueno en política.
P. ¿Un pacto con IU no haría más de izquierdas al PSOE?
R. No. Es que IU no quiere ese pacto. Y esa falta de voluntad de IU viene de su primitiva coalición con el PSOE en los primeros ayuntamientos democráticos, que aceleró una crisis en el movimiento comunista y. una confrontación con todo lo que suponía el PSOE.
P. ¿Con qué estado de ánimo ha recibido los recientes fracasos socialistas: Ibercorp, Roldán, el desafecto en las últimas europeas?
R. Lo peor ha sido la corrupción. Roldán, Rubio... Eso es lo que más daño nos puede hacer.
P. ¿Lo ha hablado usted con Corcuera?
R. No.
P. ¿Cómo una delegada del Gobierno no habla de algo tan grave con quien la nombró?
R. Porque si Corcuera hubiera tenido conciencia previa, eso no hubiera ocurrido. ¿Y por qué ocurren las cosas? Porque no se te pasa ni por la cabeza. Si nombro a una persona y le digo que traiga su currículum, tengo la confianza de que no me va a engañar...
P. ¿Cuál ha sido su reacción íntima ante lo que ha pasado?
R. Como ciudadana, de una gran indignación, sin límites.
P. ¿Llegó dudar de Corcuera?
R. No, porque tendría dudas de mí misma.
P. Lo peor ha sido la corrupción. ¿Y además?
R. La división del partido, el proceso de los congresos.
P. Como preguntaba Vargas Llosa sobre la historia de Perú, ¿cuándo se jodió el partido?
R. No sé en qué momento. Cuando empiezan a aparecer los problemas últimos en el partido, en 1992 y 1993, cuando junto a los debates teóricos comienza el ser humano a dar cuenta de sus propios problemas y ambiciones, y eso lo he vivido con. enorme preocupación porque la gente no perdona las divisiones de los partidos. Eso produce falta de confianza.
P. Si ahora se trunca su vida política, su. último puesto habrá sido delegada del Gobierno. ¿Eso satisface su propia ambición?
R. Sí, porque yo nunca pensé que me iba a dedicar a la política tantos años. Y no me he planteado ser en mi vida otra cosa que yo.
P. ¿Qué le ha dado a usted la política?
R. Me ha hecho un poquito protagonista de una transición política que hemos hecho bien.
P. Usted parece equidistante en los conflictos de su partido, como Corcuera. Éste cayó, cayó Solchaga, cayó un poco Guerra... ¿Cómo ha visto usted esas caídas?
R. No son iguales.. Son producto de la vida. La política es compleja y produce sacrificios personales: como protagonistas de la transición quedan Felipe González y Jordi Pujol.
P. De esas caídas, ¿la de quién le ha dolido más?
R. Casi por igual, las de Corcuera y Solchaga.
P. ¿Y Guerra?
R. Guerra es todavía un político en activo.
P. ¿Qué papel juega?
R. Un papel importante como vicesecretario del partido. Y lo que hay que hacer es seguir trabajando para que lo que ha pasado no siga sucediendo.
P. ¿Usted está preparada para dejar la vida política?
R. Sí. No en vano comencé de actriz, fui profesora, después política y estoy dispuesta a asumir cualquier función si creo en ella.
P. ¿La política da la felicidad?
R. No. Nada da la felicidad, ni la política, ni la literatura ni el arte. La felicidad te la da estar de acuerdo contigo misma.
P. ¿Y ahora qué grado de felicidad tiene usted?
R. Soy más feliz que antes. Seguramente porque la edad me da un mayor nivel de aceptación de mí misma que al principio.
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