El comodín del terror
Entre el mito y la realidad, Carlos ha sido útil a todos los bandos de la guerra fría Ha sido el hombre más buscado del mundo por sus enemigos y llegó a ser el menos deseado por sus protectores. Durante dos décadas, Ilich Ramírez Sánchez fue el terrorista más famoso y temido. Unos orígenes radicales en su Venezuela natal y un breve paso por la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú, de donde fue expulsado, le llevaron a los grupos más extremistas de la guerrilla palestina.
En el clímax de su carrera, Carlos sirvió fielmente a esa causa, pero a partir de los años ochenta, los testimonios más fiables -en especial el libro de David Yallop Hasta los confines de la tierra (Planeta, 1993)- indican que se transformó en una especie de pistolero a sueldo del gobierno que más le pagara y, sobre todo, fue fiel a sus propios intereses. Un hecho seguro es que Carlos es una enciclopedia viviente sobre el terrorismo intemacional y conoce los secretos mejor guardados de las relaciones internacionales durante los últimos años de la guerra fría.
Su figura huidiza y legendaria sirvió a todos los bandos contendientes: los norteamericanos le describieron como un operativo soviético-cubano; los israelíes utilizaron su leyenda para desacreditar a Yasir Arafat y a la Organización para la Liberación de Palestina; los regímenes arabes se valieron de él para eliminar a sus enemigos y, pese a que los soviéticos le consideraron siempre un elemento poco fiable, gozó de la protección de prácticamente todos los dirigentes de la Europa del Este dominada por Moscú. De hecho, es posible incluso que, en varios momentos de su ejecutoria terrorista, tuviese pactos con varios países europeos occidentales que hacían la vista gorda a sus ¡das y venidas a condición de que no hubiese acciones terroristas en sus respectivos territorios. En este aspecto, el terrorista internacional fue un verdadero comodín de la guerra fría: una carta salvaje en manos de todos los grupos o gobiernos interesados en fomentar inestabilidad.
Carácter errático
Nacido en Caracas el 12 de octubre de 1949, Ilich Ramírez es hijo de José Altagracia Ramírez Navas, un abogado acomodado que, sin embargo, era un comunista convencido, hasta el punto de bautizar a sus tres hijos con los nombres de Vladímir, Ilich y Lenin. Carlos debe a esa contradicción la simultaneidad entre radicalismo político y el gusto por la vida lujosa que ha caracterizado su vida. Iniciado en la política por su padre y educado en el caldo de cultivo radical de los estudiantes venezolanos en los años cincuenta, Carlos estudió a partir de 1962 en la Universidad Patricio Lumumba, de Moscú, donde comenzó a dar muestras de un carácter, errático que no gustó a sus vigilantes del KGB.
Tras su expulsión de la URSS, se matriculé como estudiante de Economía en la Universidad de Londres y, a finales de los años sesenta, se trasladó a Jordania, donde se supone que recibió entrenamiento con los guerrilleros palestinos. Volvió a Londres y, desde principios de los años setenta, formó parte del Grupo de Operaciones Especiales Extranjeras del Frente Popular para La Liberación de Palestina (FPLP), dirigido por Wadi Haddad.
En, el palmarés de terror de Carlos se apuntaron prácticamente todos los atentados espectaculares que sufrió el mundo. El fue supuestamente quien planeé la matanza del aeropuerto de Lod (Israel) el 30 de mayo de 1972, en la que murieron 27 personas y resultaron heridas otras 79. Su mano se intuyó tras el secuestro y asesinato de 11 atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. El 27 de junio de 1975, tras perpetrar o preparar varios atentados en Londres y París, entre ellos uno contra el drugstore de Saint-Germain, estuvo a punto de ser detenido en la Rue Touiller, donde el FPLP tenia un piso franco, pero escapó tras matar a dos agentes del contraespionaje francés.
Su operación más famosa fue el secuestro de 11 ministros del petróleo de los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) en Viena, en diciembre de 1975. Carlos y sus colaboradores tomaron más de 70 rehenes y mataron a tres personas.
Volvió a escapar por poco de ser detenido o muerto en el secuestro de un avión de Air France en junio de 1976 que terminó con el espectacular rescate israelí en Entebbe. Se le atribuyó, falsamente, la ocupación de la Embajada norteamericana en Teherán en 1979. Algunos medios de información vieron su firma en el asesinato del presidente egipcio Anwar Sadat.
En 1982, Carlos llevó a cabo una especie de guerra personal contra Francia. Tras la detención en París, el 16 de febrero de 1982, de su compañera Magdalena Kopp y de Bruno Bréguet, un miembro de su grupo, Ilich Ramírez envió un ultimátum al Gobierno francés pidiendo que fuesen liberados. Poco después, el 29 de marzo, una bomba estallaba en el expreso Le Capitole, que une París con Toulouse y el 22 de abril, el mismo día que comenzaba el juicio contra Koop y Bréguet, Carlos hizo estallar un coche-bomba en la Rue Marbeuf, junto a las oficinas del diario Al Watin al Arabi.
La CIA lo implicó en la planificación de un frustrado intento de asesinato de Ronald Reagan. A mediados de los ochenta se le suponía el cerebro de una campana terrorista patrocinada por el dirigente libio Gaddafi. en Europa. En 1985, fue señalado como autor de la voladura de un avión de la Pan American que estalló sobre la localidad escocesa de Lockerbie.
La Rumania de Ceaucescu era otro de sus santuarios, que no quedó cerrado hasta la revolución de diciembre de 1989. Antes, habían desaparecido dos regímenes comunistas que siempre le brindaron refugio, documentación y suministro de explosivos: Checoslovaquia y la RDA.
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