Empieza el mayor banquete cultural de Europa
Cerca de diez mil actores de 36 países representarán 1.275 espectáculos distintos
España es la gran ausente del festival aunque los españoles invaden las calles de Edimburgo con una peseta devaluada y el arte sin exportar. ¿Qué ha pasado? ¿También perecieron nuestros comediantes como el desdichado cartujo en el incendio? No puede decirse que se trata de una aventura desconocida y arriesgada porque ésta es la 48ª edición del festival internacional seguramente más prestigioso y variado de Europa. El banquete es gigantesco y el menú inacabable. La ciudad entera es un escenario.
En realidad hay dos festivales. Uno oficial y otro alternativo. Este último, llamado el Fringe. Uno es solemne y reverenciado y el otro es cachondo y provocativo. Ambos cohabitan y compiten durante la segunda quincena de agosto como una pareja infiel condenada a vivir junta. Separados perderían su fuerza y gran parte de su poder de convocatoria.Aquí acudieron 9.234 actores de 36 países dispuestos a representar 1.275 espectáculos distintos por 587 compañías en nada menos que 14.000 sesiones. Solamente la compra de una entrada de cada uno de los espectáculos de este año ofrecidos por el Fringe costaría 5.850 libras. Necesitaría uno tres años y cinco meses para verlos. Un cartel no dura más de dos horas expuesto en una pared porque lo cubre otro. Hay de todo. Teatro. Conciertos. Jazz. Cine. Exposiciones.
La ciudad entera es un escenario. Se representan las obras en iglesias, logias masónicas, colegios mayores, pubs, jardines, gimnasios, autobuses y pastelerías. Incluso una piscina está siendo utilizada por los actores. Aquí todo es aprovechable. De estos espectáculos 466 son teatrales. Más de la mitad se ofrecen como estrenos rigurosos. Hay obras que pueden durar siete horas y media como la Orestiada, representada por una compañía rusa en ruso, y obras que apenas sobrepasan los 15 minutos sobre personajes como Andy Warhol, Sinatra y Woody Allen. Obras situadas en el centro de la violencia yugoslava y obras grandiosas como la ópera Fidelio que fue ofrecida por primera vez en el nuevo y muy aplaudido teatro de la Ópera construido en Edimburgo para 2.000 espectadores.
Buen negocio
El festival también es un muy buen negocio. A Escocia le reporta 72 millones de libras de los que la ciudad de Edimburgo se embolsa 44 millones. Su medio millón de habitantes se duplica con la avalancha de forasteros. Todo revienta. Los hoteles. Los trenes. Los aviones.
Por Prince Street, la calle principal, han desfilado disfrazados los patrocinadores de esta aventura artística precedidos por bandas de gaiteros. Uno se preguntaba, ¿quién puede ser ese venerable caballero que encabeza el desfile? ¿Se tratará de un general jubilado del imperio o del presidente del Lloyds Bank? Detrás de estos jinetes condecorados se arrastraba la ambulancia especial, para los caballos tirada, como es lógico, por un potro de pura raza.
Todo adquiere un carácter algo surreal. Emma Freud, bisnieta de Sigmund Freud, presenta y comenta para la BBC Television las imágenes de este alucinante colectivo. Ella misma, hija de Clement y nieta de Lucien, ha sido actriz de cabaré y sigue siendo una belleza de diván.
La crítica ha dicho que el concierto de apertura de esta inabarcable encuentro de todas las artes ha pasado a la historia de la música. En la fría noche del pasado domingo la Orquesta Nacional de Edimburgo y 400 voces de dos grandes corales unidas interpretaron magistralmente la Sinfonía número 8 de Mahler. El bellísimo Usher Hall se venía abajo confirmando con ello el comentario de Alma Mahler, la esposa del compositor, cuando dijo que "Gustav está siempre al teléfono con Dios". El entusiasmo se prolongó a lo largo de más de ocho minutos de aplausos ininterrumpidos.
Pero Dios no será siempre bien tratado en este festival. Passion es una obra que presenta a Jesucristo como amante de María Magdalena. Jesús no muere en la cruz sino que lo hace en Francia luego de haber fornicado hasta el agotamiento en el monte de los Olivos. La obra ha tenido que trasladar su escenario de un local propiedad de la Iglesia a un teatro llamado casualmente Church Hill Theater (Teatro en la Colina de la Iglesia) que no pertenece al clero.
También en el programa alternativo figura otra obra muy esperada titulada Bow to The Beast (Inclinarse ante la bestia) que gira en tomo a la personalidad del Salvador quien es presentado como un psicópata.
Los amantes de Beethoven, cuya obra calificó el poeta Ezra Pound como un "pedazo musical de roast-bef', podrán escuchar las nueve sinfonías interpretadas por grandes orquestas británicas, alemanas y norteamericanas.
Una hora y media al trote
Tal vez una de las obras más originales y económicas de las anunciadas en este kilométrico menú sea Marathon. Intervienen dos actores únicamente quienes durante una hora y media se mantienen al trote en el escenario corriendo esa larga prueba de atletismo. No es más que un pretexto para arrojar sobre las butacas un diálogo tragicómico. El público acaba finalmente sumido en la más aguda taquicardia. Los pies magullados de tanto horror hacia la meta.
Babelia
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