El encanto de las playas de Varadero
Los empresarios españoles que invierten hoy en la isla siguen una tradición que trasciende las ideologías
"No se preocupen: Cuba es el mejor país para invertir en este continente, por una razón muy simple: es el único donde no hay riesgo de que se produzca una revolución comunista". El chiste es del propio Fidel Castro, cuando asistía en Varadero a la inauguración de un complejo hotelero construido por empresarios españoles, que le interrogaban sobre el futuro de sus inversiones.Posiblemente no hacía falta que el comandante estimulara así a los hombre de negocios españoles. Éstos, tradicionalmente, encontraron el camino que conduce la isla. Ya sea por razones migratorias, lingüísticas o culturales, Cuba fue siempre un país preferido para los que buscaban fortuna del otro lado del Atlántico, y España el principal socio comercial capitalista del régimen cubano. Una tradición que trasciende las diferencias ideológicas. La gesta de Eduardo Barreiros, que montó en Cuba -donde murió hace dos años- un imperio automovilístico y solía aconsejar al propio Fidel Castro, simboliza la atracción habanera que siente el mundo hispánico de los negocios.
Hoy, la situación no ha cambiado. Desde que el régimen cubano, asfixiado por la ausencia de divisas, decidió abrir el país a la inversion extranjera, especialmente en el sector del turismo, los españoles fueron de los primeros en responder ¡presentes! En 1986, un grupo de empresarios canarios del sector visitó la isla y se convenció de las posibilidades que ofrecía. Lograron convencer al grupo Sol y juntos formaron un consorcio, la Corporación Interinsular Hispana, que se lanzó a la aventura cubaina. Se acogieron a la fórmula de sociedad mixta (el 50% de la propiedad para los inversores extranjeros y la otra mitad para una empresa estatal cubana). Desde entonces han construido tres hoteles en Varadero, el último de los cuales fue inaugurado el mes pasado, con una inversión de unos 50 millones de dólares para cada una de las dos partes.
"Fuimos los primeros, y con diferencia", asegura hoy, desde su despacho de Palma de Mallorca, Gabriel Canaves, que dirige las instalaciones del grupo Sol en Cuba, de donde acaba de volver. Los disturbios de la semana pasaa no parecen afectarle mucho. "Yo estaba allí, y los turistas en Varadero ni se enteraron. El hecho tuvo más repercusión fuera que dentro". ¿En qué medida pueden afectar estos acontecimientos, sin embargo, la estrategia del grupo Sol en la isla? "De ninguna manera", asegura. "Nuestra apuesta es que Cuba va hacia una transición no traumática y que profundizará en la vía de la liberalización económica, aunque sea simplemente porque no hay otro camino. Nos podemos interrogar sobre el ritmo de las reformas, pero no sobre su carácter irreversible
La presencia del Grupo Sol en Cuba se ha vuelto emblemática. Pero otros están siguiendo el ejemplo, como la cadena Guitart Hotels, con sede en Lloret de Mar, presente en la isla en unión de la ONCE y las mutualidades de Fasa-Renault y Correos. Este grupo, por su parte, se dedica preferentemente a gestionar hoteles ya existentes y no a realizar inversiones directas en la construcción de nuevos centros. Portavoces de la empresa gerundense han declinado comentar la incidencia que los acontecimientos recientes en Cuba puedan tener sobre los negocios del grupo, según informa desde Barcelona Walter Oppenheimer. La joya de la corona es el famoso Habana Libre, situado en el centro de La Habana, que se erigió en uno de los símbolos de la Revolución cuando fue incautado por el nuevo régimen a sus antiguos propietarios. También gestionan dos hoteles en Varadero.
Por su parte, la cadena de hoteles Riu, la mutualidad de Endesa y el touroperador Iberstar gestionan cuatro hoteles en la isla, dos en La Habana y dos en Varadero, y planean construir otro en Playa Coco. Alrededor de estos grandes grupos gira una constelación de pequeñas empresas españolas que venden equipamientos hoteleros.
Al flujo de inversiones se añaden las relaciones económicas bilaterales. España es hoy, entre los países de economía de mercado, el segundo suministrador de Cuba, con 190 millones de dólares (más de 24.000 millones de pesetas) de exportaciones el año pasado, la mayor parte máquinas. En 1991, las exportaciones españolas hacia la isla eran bastante más altas -287 millones de dólares- pero la penuria de divisas ha obligado al Gobierno de La Habana a restringir el flujo importador, tanto con España como con los demás países. El comercio bilateral es muy desequilibrado, ya que la tasa de cobertura, del lado español, alcanzó el año pasado 294%.
Frente a estas cifras, los 190 millones de pesetas que dedica al año el Gobierno de Madrid a la ayuda humanitaria a Cuba, y que demuestran, para la oposición conservadora, la connivencia de los socialistas españoles con La Habana, parecen muy poca cosa. Como lo subraya un diplomático, "si hay quejas por las relaciones económicas bilaterales, que se dirijan a la CEOE, no a nosotros".
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