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Siria exige la retirada israelí de los Altos del Golán antes de sentarse a negociar la paz

A pesar de las espectaculares reuniones entre los líderes de Israel y los de algunos de sus vecinos árabes, los obstáculos en el camino, hacia la paz en Oriente Próximo fueron nuevamente expuestos ayer por Siria. El Gobierno del presidente Hafez el Asad rechazó una invitación de Israel a utilizar la "diplomacia pública" para cerrar la brecha entre los más enconados enemigos de la zona. Lo hizo sin ambages, como para reafirmar pública y categóricamente la inflexibilidad de sus internacionalmente reconocidas demandas sobre los Altos del Golán, ocupados por Israel desde 1967.

El Gobierno de Damasco recurrió a la página editorial del diario Tishrin para responder rápidamente a una discreta, propuesta formulada el domingo por el primer ministro israelí, Isaac Rabin. Israel, indicó Rabin, espera un gesto de paz por parte de Siria en el entendido de que éste contribuiría a avanzar hacia un eventual acuerdo.

Tishrin respondió con un no vigoroso. "Es a Israel a quien le toca hacer un gesto de buena voluntad y dar pasos para demostrar realmente que quiere la paz y que, actúa con seriedad cuando viene el momento de construir esa paz", dijo el diario, que suele reflejar el pensamiento de Asad. El diario, a su vez, instó a Israel a formular públicamente un compromiso de retirarse totalmente de los altos del Golán, del sur de Líbano `y de todos los territorios árabes ocupados".

El editorial constituye el más reciente revés a las intenciones de Israel y Estados Unidos, que desean acabar con el estancamiento en las conversaciones entre israelíes y sirios, iniciadas hace 33 meses en Madrid. El Gobierno de Rabin, que ha recurrido al secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, y más recientemente al presidente egipcio, Hosni Mubarak, para, enviar indirectamente propuestas a Damasco, ha estado tratando infructuosamente de conseguir algún gesto de buena voluntad de Siria.

Rabin, claramente, quiere reclutar apoyo entre el electorado israelí para una fórmula de negociaciones que, tarde o temprano, tendrá que concentrarse en la cuestión del futuro de la ocupación del Golán. En ese intento ha recurrido a emisarios y a "invitaciones" públicas, pero Damasco se mantiene firme: o Israel promete retirarse del Golán o no habrá avances en las negociaciones, mucho menos un acercamiento pragmático como el logrado entre Israel, los palestinos y los jordanos.

Mientras tanto, el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, exigió ayer el comienzo inmediato de las negociaciones con Israel sobre el futuro estatuto político de Jerusalén.

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Prioridad a Jordania

Arafat aseguró en una conferencia de prensa celebrada en Gaza que, "al parecer, Israel ya ha empezado a negociar el futuro de Jerusalén", al darle prioridad a Jordania respecto a los lugares santos del Islam emplazados en Jerusalén Este. Rabin reconoció "el papel especial" de Jordania en los santuarios islámicos de Jerusalén en la declaración que ambos países suscribieron el pasado 25 de julio en la capital norteamericana.

"Si han decidido [los israelíes],negociar ahora, insistimos en que comiencen las negociaciones", afirmó Arafat, quien reiteró que Jerusalén debe ser en el futuro la capital palestina.Sin embargo, Israel mantiene la capitalidad de la ciudad, a pesar de que los países occidentales nunca han reconocido la anexión de su parte oriental.

El propio Asad reafirmó esa posición el domingo por la noche, cuando indirectamente fustigó a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y a Jordania por concretar acuerdos con Israel fuera del ámbito colectivo y regional creado en la conferencia de paz de Madrid. En un mensaje con motivo del 49º aniversario de las Fuerzas Armadas sirias, Asad Insinuó que Yasir Arafat y el rey Hussein habían violado la coordinación entre los árabes y debilitado la posición árabe.

El presidente sirio sólo tuvo palabras de encomio para con Líbano, donde Damasco, con más de 35.000 soldados mantiene decisiva influencia y cuyo Gobierno, en comprensible consonancia con Siria, se opone tenazmente a negociar con Israel mientras el Estado judío mantenga tropas de ocupación en una franja de cerca de mil kilómetros cuadrados en el sur.

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