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ADIÓS A UNA MAESTRA

Último retorno de Rosa Chacel a su tierra natal

La escritora fue enterrada en el panteón de personajes ilustres de Valladolid

Los restos mortales de la escritora Rosa Chacel descansan para siempre desde ayer junto a los de su tío-abuelo, el escritor José Zorrilla, en el panteón de personajes ilustres del cementerio de Valladolid. Durante las horas que permanecieron sus restos mortales en la capilla del salón de recepciones del Ayuntamiento de Valladolid, cientos los vallisoletanos desfilaron para rendir un silencioso homenaje a la autora de Memorias de Leticia Valle o Barrio de las Maravillas. El cadáver de Rosa Chacel llegó a Valladolid pasadas las 13.30 horas de ayer, jueves, y de inmediato, y a hombros de los ediles de la corporación vallisoletana y entre los aplausos de sus paisanos, fue trasladada hasta el lugar donde se instaló la capilla con sus restos.

A lo largo de las horas que el cuerpo de la escritora permaneció en el Ayuntamiento fueron muchos los testimonios de condolencia que recibieron los familiares cercanos que, junto a la editora Clara Janés, acompañaron los restos de la autora desde el hospital madrileño hasta el Ayuntamiento de Valladolid.Visiblemente afectado y parco en sus manifestaciones, Carlos Pérez, hijo de Rosa Chacel, alabó el afectuoso recibimiento brindado por los vecinos de Valladolid a su madre, una mujer, manifestó a este periódico, "con una personalidad muy compleja, muy difícil. En parte, a mucha gente podía parecerles muy dura, casi agresiva; pero eso era parte de todo un carácter, de una forma de ser que había hecho una profesión de fe en la verdad. En emitir siempre una opinión verdadera".

Para el hijo de Rosa Chacel, eso tal. vez la costó muchos sinsabores, ya que, el ser tan auténtica y no comprometerse a participar de ningún grupo social o político o sin militar en ninguna cosa, el ser lo que se llama una persona libre la ha perjudicado".

Para el hijo de la escritora vallisoletana la deuda de España con Rosa Chacel no se ciñe exclusivamente a la no concesión a su madre del premio Cervantes.

Para Carlos Pérez, "la deuda es mayor" y sobre todo, según indicó, con su padre y marido de la escritora, Timoteo Pérez Rubio. "La deuda es de una magnitud incomprensible con un hombre que fue el presidente de la Junta de Salvación del Tesoro Artístico durante la guerra civil. Si el Museo del Prado de Madrid está ahí es gracias a mi padre y nunca se ha dicho nada. Ni existe una sola laca ni busto que diga que el señor Timoteo Pérez Rubio salvó las obras de arte más importantes que actualmente tenemos en nuestro país".

Carlos Pérez, que negó cualquier resentimiento de Rosa Chacel con sus conciudadanos, volvió a calificar a su madre como una persona "dura, difícil", de la que a buen seguro, señaló, "tendrá siempre un reconocimiento en sus obras, tanto poéticas como narrativas, aun a pesar de ser inimitable".

Era inmortal

"Habíamos llegado a pensar que Rosa Chacel era inmortal", señaló el novelista vallisoletano Miguel Delibes, mientras participaba en los funerales por la escritora. Delibes, visiblemente afectado, manifestó que "era una mujer que escribía muy bien y que aun cuando ella se declaraba discípula de Joyce, lo era más de Proust, fundamentalmente, Por el rigor, por las sensaciones, por el regusto del pasado, por recrearlas en su prosa inimitable".

Rosa Chacel, que reposa desde la tarde de ayer en el pantelón de personajes ilustres del cementerio de Valladolid, fue trasladada hasta su última morada desde la catedral vallisoletana, donde el arzobispo de la diócesis, José Delicado Baeza, ofició el funeral que fue presidido por la ministra de Cultura, Carmen Alborch.

La discípula de Ortega y Gasset que permaneció exiliada en América durante36 años, regresó a España en 1971 para recoger la beca que le concedió la Fundación Juan March, pero hasta 1975 no decidió su vuelta definitiva. Una vez en nuestro país y ya en el año 1985 con serios problemas económicos y de subsistencia, Rosa Chacel manifestó su intención de residir en Brasil, momento en que el Ayuntamiento de Valladolid y la Diputación Provincial vallisoletana decidieron conceder a la escritora una pensión vitalicia que aliviara sus problemas económicos.

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