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Los soldados rusos se retirarán de Estonia el 31 de agosto

La reunión celebrada en Moscú entre los presidentes de Estonia, Lennart Meri, y de Rusia, Borís Yeltsin, terminó ayer con la firma de dos acuerdos: uno garantiza a los militares rusos jubilados los mismos derechos que a los ciudadanos estonios y otro asegura la retirada de las tropas rusas emplazadas en esa república báltica para el 31 de agosto. El éxito de las conversaciones entre Yeltsin y Meri fue una sorpresa para muchos, debido al fracaso de las negociaciones realizadas la víspera por los viceministros de Exteriores y, especialmente, a las durísimas declaraciones hechas el lunes por el primer ministro estonio, Mar Laar.

Las relaciones entre Tallin y Moscú últimamente iban de mal en peor: los estonios aprobaron leyes que discriminan a los rusohablantes que viven en ese país y plantearon reivindicaciones territoriales, a lo que los rusos respondieron congelando la retirada de las tropas y empezando la demarcación unilateral de la frontera con Estonia.

Los 300.000 rusohablantes que viven en Estonia fueron declarados extranjeros que entraron sin el consentimiento de las autoridades legítimas y, por lo tanto, se vieron, de la noche a la mañana, en una situación ilegal. Al mismo tiempo, Tallinn se negaba a permitir que los militares rusos jubilados permanecieran en el país. Además, Estonia desea recuperar 2.334 kilómetros cuadrados de territorio que la Unión Soviética se anexionó a principios de 1945, al este de la ciudad de Narva y al sur del lago de Pskov (Peipsi, en estonio).

Contencioso fronterizo

Estás tierras pertenecían a Estonia de acuerdo con el Tratado de Tartu, firmado el 2 de febrero de 1920 entre esta república y la Federación Rusa. Sin embargo, Moscú considera que la frontera que existía en el momento en que Estonia recobrara su independencia, en 1991, es la única legítima. Ante la insistencia de Tallinn para comenzar negociaciones sobre el tema, el presidente Yeltsin optó por promulgar, hace un mes, un decreto que ordena comenzar la demarcación unilateral de la frontera en la zona que Estonia pretende recuperar.Los preámbulos a las conversaciones entre los presidentes ruso y estonio habían sido desalentadores. El día anterior, la reunión entre el viceministro de Exteriores ruso, Vitali Churkin, y su homólogo estonio, Raul MarIk, había terminado en un rotundo fracaso y el jefe del Gobierno estonio, Mar Laar, había hecho declaraciones maximalistas que presagiaban el fracaso de la reunión prevista entre Meri y Yeltsin.

A pesar del éxito de las conversaciones entre ambos presidentes, ello no significa que el problema esté zanjado, pues si Yeltsin tiene todas las facultades para firmar dichos acuerdos, Meri no, y los documentos deberán ser ratificados por el Parlamento estonio, cosa que numerosos observadores consideran poco probable.

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