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Polémica resistencia contra HitIer

El 50º aniversario del atentado contra el Führer crea un debate en Alemania sobre quién luchó contra el nazismo

El 50º aniversario del atentado contra Hitler, llevado a cabo el 20 de julio de 1944 por el coronel Schenk von Stauffenberg, ha provocado una gran polémica en Alemania respecto de la resistencia interior al nazismo. En el centro se encuentra el propio hijo del jefe de la conjura, Frank Ludwig, que es diputado de la Unión Socialcristiana de Baviera. A principios de año, criticó a la dirección del monumento a la resistencia instalado en el Bendlerblock, el antiguo cuartel general del Ejército de Tierra en Berlín, y le reprochó haber mezclado el recuerdo de su padre con el de los antiguos dirigentes comunistas Walter Ulbricht y Wilhelm Pieck, que estuvieron en Moscú durante la guerra.Se trata de una nueva manifestación de un antiguo debate, lanzado en los años ochenta por unos historiadores conservadores, según los cuales el nazismo no habría existido si no fuese por el estalinismo. La conclusión era equiparar los dos totalitarismos y negar así el carácter singular del Holocausto. Un ejemplo de esta posición es el artículo del conservador Herbert Kremp publicado el lunes por Die Welt, que pone en paralelo la resistencia contra los nazis y "la revolución de 1989" en la antigua Alemania del Este, y estima que "sería dar prueba de sentido nacional vincular estos dos ejemplos de lucha contra el totalitarismo".

Tras la llegada de Hitler al poder con la bendición de los conservadores, se desató en Alemania una represión violenta contra los comunistas, y después contra los socialdemócratas y los sindicalistas. Millares de personas fueron encarceladas. Otras se refugiaron en el exilio, en la URSS u otros países europeos. A pesar de la violencia de la represión, grupos de resistencia de izquierda prosiguieron la lucha en la misma Alemania, incluso durante la guerra, intentado conseguir informaciones y comunicarlas fuera. Varios trabajaban para la Orquesta Roja, la red de informaciones vinculada a la URSS y encabezada por Leopold Trepper. Varias decenas de sus miembros fueron ejecutados.

Más tardía es la resistencia organizada por la aristocracia y la alta burguesía, que apoyaron al principio a Hitler pero acabaron dándose cuenta de que estaba llevando a Alemania al desastre. Reunían a varios grupos cuyas visiones políticas no siempre coincidían. Entre ellos figuraba el ex alcalde de Leipzig Carl Goederler, que habría sido el nuevo canciller si el atentado hubiera tenido éxito.

Pero sólo con los primeros fracasos del Ejército alemán en Rusia empezaron a conspirar contra Hitler los militares como Von Stauffenberg. La mayor parte de ellos sabían desde hacía tiempo las atrocidades que estaban permitiendo. No eran demócratas, pero querían salvar el honor de Alemania. El atentado contra Hitler se produjo más de un mes después del desembarco aliado en Normandía, en su centro de mando en la región de los lagos de Mazurie, hoy en Polonia. El dictador escapó milagrosamente a la bomba y todos los conjurados pagaron con su vida.

Desde su llegada al poder en 1982, el canciller Helmut Kohl, que el miércoles elevó a la categoría de padres de la patria a los militares que atentaron contra el führer, sólo hace hincapié en esa resistencia, e insiste en la filiación de la Alemania democrática con ella. La polémica de estas últimas semanas, sin embargo, revela que se está intentando utilizarla para otros fines. Es cierto que, durante años, los dirigentes de la antigua Alemania del Este intentaron justificar su régimen reivindicando para ellos solos la herencia de la lucha antifascista. Pero también uno puede interrogarse sobre los verdaderos motivos de los que, utilizando el pretextó de Stalin y Honecker, intentan negar hoy la existencia de la resistencia comunista al nazismo.

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