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La volandera zarpa hacia Francia entre pitidos y abucheos

Victoria Carvajal

La volandera francesa La Gabrielle zarpó ayer, a las nueve de la noche, del puerto lucense de Burela para ser entregada a la Armada francesa, más allá de las 12 millas de aguas jurisdiccionales españolas. Desde el muelle, los pescadores y la población de Burela corearon pitidos y abucheos contra la embarcación francesa, que fue arrastrada por el Salvamar Touriñan hasta el remolcador Mahón, de bandera española.A primera hora de la mañana, la cofradía de pescadores de Burela, encargados de la custodia de La Gabrielle, decidió entregar el barco francés a las autoridades españolas. Los pescadores españoles creen que cuentan con pruebas suficientes que demuestran el uso ilegal de redes a la deriva por parte de los pescadores franceses: un diario de navegación, un rifle, la pesca capturada, las redes de longitud muy superior a lo estipulado por Bruselas y un acta notarial que recoge el contenido y el estado del buque francés a su llegada al puerto.

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"No queremos el barco para nada. No somos piratas, como nos llaman algunos, y el barco se devolverá a las autoridades con todas las pruebas que demuestran el uso irregular de volantas" [redes de gran longitud], señaló ayer Francisco Fernández Rivas, portavoz de la flota del Cantábrico y patrón de una embarcación bonitera del puerto de Burela. Frente al la decisión tomada la víspera de guardar el barco francés como arma negociadora ante Madrid y Bruselas, los boniteros españoles decidieron ayer entregarlo a la capitanía del puerto lucense para que dispongan del mismo las autoridades españolas que, en los últimos días, han soportado fuertes presiones de París para conseguir su devolución.

Los pescadores españoles esperan ahora algún gesto por parte de la Administración central, aunque desconfían de que Madrid les vaya a defender ante Francia y Bruselas. "Me temo de todo", señaló Fernández Rivas sobre la posibilidad de que la Comisión Europea les imponga sanciones tal y como demanda Francia.

Los pescadores defienden la retirada total de volantas y, de no ser así, que se cumpla estrictamente la limitación de los 2,5 kilómetros dictada por Bruselas. Para ello piden una mayor y mejor vigilancia in situ de la pesca, de forma que se permita a los inspectores comunitarios confiscar las redes y obligar a los barcos infractores a volver a puerto.

La cofradía reiteró ayer su voluntad de mantener los barcos amarrados hasta que la Administración central les defienda ante Bruselas. En un intento desesperado por movilizar al Gobierno central para que atienda sus reivindicaciones, la flota cantábrica está decidida a mantenerse en paro y no salir a la mar hasta que se resuelva satisfactoriamente el conflicto que les enfrenta con Francia.

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