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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ideología paleolítica

Como la princesita del cuento recopilado por los Grimm, que cuando lloraba de sus ojos salían perlas, Steven Spielberg es un personaje de cuento que cuando piensa opera similar milagro le salen dólares hasta de las orejas. La última ocurrencia del Wonder Boy ha sido de órdago: una "revisitación", en carne y hueso, de los populares dibujos animados de Hanna y Barbera, Los Picapiedra.Spielberg planeó antropomorfizar a los personajes de Hanna y Barbera para darlos a consumo a espectadores previamente preparados. Astuto como es, y a falta de un argumento de más peso -sin ir más lejos, una película solvente-, se inventó todo un gancho para espectadores despistados consistente en jugar a ver si John Goodman es o no Pedro, si la Perkins es una Wilma plausible, y así con todos los personajes. Y vendió la cosa, y cómo. El problema es que Los Picapiedra, la película, se reduce a una brillante operación de venta, porque no es una película, sino una tontería estupidizante construida con media idea de aluvión, la crítica al yuppismo que tan de moda está hoy mismo; con efectos especiales concebidos sólo para hacer la película lo más mimética posible a la serie de partida, y con una ideología subyacente que explica el por qué The Flintstones voló de la cadena ABC cuando los sixties le reventaron literalmente en las narices al establishment político. O sea, que Spielberg ha operado el milagro de resituarnos en el tiempo, hace 30 años, para mostrarnos una convencional familia americana pre Vietnam.

Los Picapiedra

The Flinstones. Dirección: Brian Levant. Guión: Tom S. Parker, Jim Jennewein y Steven E. de Souza, según los personajes animados de Hanna y Barbera. Producción: Bruce Cohen para Amblin / Hanna & Barbera, EE UU, 1994. Intérpretes: John Goodman, Elizabeth Perkins, Rick Moranis, Rosie O'Donnell, Kyle MacLachlan, Halle Berry, Elizabeth Taylor. Estreno en Madrid: cines Peñalver, Capitol, Luchana.

Porque no otra cosa es Los Picapiedras: una película en la que las amas de casa, aunque sean emprendedoras, son ante toda amas de casa, chicas que se han casado siguiendo los dictados del corazón y que esperan, anhelantes, la vuelta a casa de sus mariditos obreretes. Que hacen lo mismo que una convencional familia de entonces: ver la tele, dar masajes en los pies a sus fatigados cónyuges, preocuparse por la economía familiar, y gastar lo que ellos producen, para que la rueda del consumo no se detenga. En fin. Los Picapiedra es también algo más: el enésimo ejemplo del fracaso de las operaciones de conversión de personajes dibujados en seres reales. Más allá de la identificación y el consumo primarimo nada han aportado dichos empeños. O tal vez sí: hacer bueno al más coherente jamás realizado, el Popeye de Robert Altman, brutalmente criticado, y que no hace más que crecer con los años.

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