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Confusión y despiste de los madrileños ante el primer domingo sin comercios

Los madrileños hace tiempo que han sustituido los jardines como lugares de esparcimiento por los pasillos de los grandes centros comerciales, con aire acondicionado en verano y calefacción en invierno. El primer domingo con los hipermercados y tiendas de las grandes superficies cerradas, por imperativo de la ley regional de horarios y calendarios comerciales, fue una sinfonía de confusión. El nuevo calendario oficial limita desde ayer a 12 los domingos o festivos en los que pueden abrir hasta final de año. Faltan por sumar las dos jornadas por festividad local que señalarán los ayuntamientos.Estos comercios han vendido en Madrid, hasta ahora, 120.000 millones de pesetas anuales durante los más de 60 festivos que abrían cada año. Ayer, todos, prácticamente sin excepciones, clausuraron sus puertas sin que se registrase, hasta el final de la jornada, ningún tipo de incidentes. El nuevo modelo de calles comerciales fue pisado por menos público que habitualmente, pero no es taban vacías. Desinformados y despistados, solitarios o en familia, se dieron cita ante los candados de las puertas de unas tiendas mayoritariamente bloqueadas. Dos redactores de El País Madrid recorrieron ayer los principales establecimientos de la ciudad.

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Por ejemplo, muchas conversaciones de los madrileños que paseaban ayer alrededor de La Vaguada versaban sobre la prohibición de abrir los domingos. Decenas de personas se acercaron a hacer la compra y se volvieron con las manos vacías. Sólo la esquina dedicada al ocio permanecía abierta, con excepción de un local de la galería de alimentación. Unas verjas impedían el paso a la zona de tiendas y al hipermercado Alcampo. "Nos ha pillado de sorpresa; venimos desde Colmenar Viejo para comprar complementos deportivos en Alcampo", explica el padre de la familia Gil. "Te quedas cortado, pero, bueno, a mí me parece bien por los pequeños comerciantes, porque los grandes tienen menos problemas", añade. Rosario López también se dio de bruces contra la separación metálica entre el mundo exterior y el paraíso comercial: "Sabía algo, pero no soy muy televisiva ni de periódicos". Esta mujer, vecina del barrio del Pilar, es partidaria de que los comercios abran los festivos porque trabaja de costurera durante la semana y suele hacer la compra los fines de semana. La gran afluencia de público consiguió que el ritmo de ventas en la Casa del Pollo fuera incluso superior al de otros domingos. En el quiosco de prensa, situado en la zona de ocio, Miguel explicó 50 veces a otros tantos despistados por qué estaban cerradas las tiendas de La Vaguada.

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El pequeño comercio en torno a los 'híper' sufrió un gran descenso en sus ventas

VIENE DE LA PAGINA 1Jumbo. "Una ruina". Las ventas de la boutique de la prensa de la zona de ocio de este hipermercado, cerrado a cal y canto, cayeron ayer en picado. "Hemos pedido la mitad de periódicos y, aun así , está todo lo que nos han traído, mientras que otros domingos las ventas eran continuas", explicó el quiosquero. Un matrimonio se desplazó desde la carretera de Canillas en vano. "Ha habido tal jaleo de fechas que, al final, dudamos y nos vinimos por si acaso", comentaba la mujer. Su marido apuntaba que tampoco les parece mal que cierren: "Todo el mundo tiene derecho a descansar los domingos". Pedro Colomer y Ángela llegaron con la esperanza de comprar ropa tras comprobar que El Corte Inglés y La Vaguada estaban cerrados. Él es dueño de un pequeño comercio de bolsos y partidario de la libertad de horarios: "Nos podemos apañar".

En la floristería de la entrada se redujeron las ventas un 60% "en comparación con otros domingos", explicaba José Merodio. Este vendedor añadió: "A ver si algún día cuantifican los puestos de trabajo que se perderán".

El Corte Inglés (Castellana). Neli Lozano, tras encontrarse la puerta cerrada, no se aclaraba. Por un lado, ve práctico que los comercios abran los domingos. Por otro, le gustan estos días "tranquilos y sin tráfico". María José del Teso, de 25 años, dio media vuelta cuando estaba ya en la calle de Raimundo Fernández Villaverde: "Sabía que cerraban, pero como siempre abren pensé que seguirían haciéndolo". "Mira que era socorrido", se lamentaba su madre.

Los negocios satélites de los grandes almacenes también sufrirán las consecuencias. El puesto de helados cercano ingresó 500 pesetas en toda la mañana, cuando otros días reúne 3.000 o 4.000. "¡Me voy a casa porque, limpias, me van a quedar 80 o 100 pesetas!", se lamentaba María Josefa Vicente.

La Esquina del Bernabéu. Abrieron un local de frutos secos, una floristería, dos cafeterías -una con tienda multiservicios- y un restaurante-arrocería. El público matinal era mínimo. Un matrimonio de edad avanzada reconoció haber entrado con la intención de comprar un regalo y se tropezó con el cartel de cerrado junto con los múltiples que anunciaban rebajas. El resto del paisaje lo componían padres y madres circulando con los carritos de sus bebés.

Moda Shopping. Sólo se despachaba en una pequeña cafetería, con tres mesas ocupadas.

Multicentros (Serrano y Orense) y Jardín de Goya. Accesos principales bloqueados.

Arenal y Preciados. Cerró todo. Galerías de decomisos, Galerías Preciados, la FNAC...

Plaza Mayor y Rastro. Funcionó con normalidad el mercadillo de sellos y monedas que se sitúa los domingos bajo los arcos de la plaza y del Rastro. Los aficionados a la numismática no estaban preocupados por la ley, sino por las ofertas filatélicas. "Sería una locura que impidieran estos encuentros entre especialistas que muchas veces proceden de otros lugares de España y que aprovechan los domingos para desplazarse", comentó uno interesado en sellos chinos.

Mercado Puerta de Toledo. Este centro -especializado en antigüedades y muebles- ofrecía ayer una inusual buena afluencia de público. "Parece que hay más gente que el domingo pasado", indicó un anticuario. Uno de los vigilantes precisó: "El domingo no es un buen día para medir el resurgir de este mercado porque viene mucha gente atraída por el Rastro".

Hipercor (Méndez Álvaro) y Alcampo (Moratalaz). En el primero, imagen desoladora: calle vacía y puertas cerradas. En el segundo, 100 personas se quejaron "por la tardanza en abrir la tienda".

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