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Entrevista:

"Si no hubiéramos podido reparar el 'Hubble' ya nadie creería en la NASA"

Jeffrey Hoffman es un astrónomo que hace 16 años ingresó en la NASA para convertirse en astronauta. Formó parte de la tripulación del transbordador Endeavour, que en diciembre pasado reparó con éxito el telescopio espacial Hubble tras 16 meses de meticuloso entrenamiento. Era su cuarto vuelo al espacio. Este mes da clases en la Universidad Internacional del Espacio, que se desarrolla en la Universidad Autónoma de Barcelona.Pregunta. ¿Cuál fue el significado real de la misión de reparación del Hubble?

Respuesta. El objetivo oficial era reparar el telescopio espacial, pero creo que igualmente importante era demostrar que teníamos capacidad para hacer operaciones complejas en el espacio y, que la NASA todavía puede llevar a cabo misiones de gran dificultad, como construir la estación espacial. Estoy seguro de que si después de tanta preparación no hubiéramos podido reparar el Hubble, el proyecto de la estación espacial habría sido cancelado porque ya nadie habría creído en la NASA.

P. ¿Hay diferencias cualitativas entre reparar el Hubble y construir la estación espacial?

R. Es un proyecto más complejo. No es que cada vuelo vaya a ser más complicado. Pero serán muchos. Será el equivalente a tres o cuatro misiones como la de reparación del telescopio cada año durante cuatro años. Será el mayor trabajo que jamás hemos hecho, ni siquiera durante la época de los viajes a la Luna.

P. ¿Qué se pretende con la estación espacial?

R. Mucha gente habla de objetivos científicos. Queremos establecer una base científica para que los investigadores puedan hacer trabajos de laboratorio. Pero en mi opinión, este objetivo científico no es, suficiente para justificar el precio de la estación. Lo que la justifica es su carácter de nueva etapa en el desarrollo del proyecto espacial. Aún tenemos que aprender mucho sobre cómo desarrollar actividades y mantener la vida en el espacio si queremos algún día continuar con la exploración del sistema solar: volver, por ejemplo, a la Luna para establecer una base.

P. Hay quien considera que su trabajo es como el de los fontaneros.

R. Sí, es verdad, no lo niego. Es un trabajo mecánico. Yo entendía más los instrumentos por mi educación científica, pero no, era necesario ser astrónomo para reparar el telescopio. Lo importante es compenetrarse bien con las herramientas. El primer día de reparaciones, durante el primer paseo espacial, tuvimos un problema, complicado que nadie había previsto: la puerta del telescopio no se cerraba. Me pasé una hora estudiando la situación y finalmente comprendí qué la trababa. Hubo una larga discusión con el grupo de científicos de Tierra porque temían que la solución que nosotros planteábamos dañara el telescopio. Hasta que el jefe del vuelo decidió que hiciéramos lo que creíamos oportuno, porque nosotros veíamos directamente lo que sucedía. Para eso se ponen astronautas inteligentes en el espacio y no robots.

P. ¿Da tiempo dé recrearse en la contemplación de la Tierra durante los paseos espaciales?

R. No nos dan tiempo. Pero algunas veces, cuando se tenía que girar el telescopio o nos movían de un lado a otro con el brazo articulado que nos sujetaba, quedaban cinco minutos para disfrutar de la situación.

P. ¿Qué se siente al flotar en el espacio fuera de la nave?

R. Es como estar entre el cielo y la Tierra. A veces la Tierra está bajo los pies, pero otras es la nave la que queda abajo. ¿Dónde es arriba y dónde abajo? Sobre todo el quinto día, en mi tercer paseo espacial, había momentos en que no sentía la cuerda que me unía a la nave. Me sentía libre en el espacio. Dejé de sujetarme con la mano y me convertí en un satélite. Fue inolvidable.

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