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Los inspectores municipales no encuentran 'garrafonazos' en los bares y terrazas de Madrid

Los resultados oficiales contrastan con la experiencia de los noctámbulos empedernidos

Joseba Elola

Las autoridades afirman que ya no hay garrafón. Los noctámbulos que se patean los bares de Madrid no lo tienen tan claro. La Comunidad de Madrid ha dejado de inspeccionar locales, mientras que el Ayuntamiento moviliza a 50 inspectores que se dedican diariamente -y en fines de semana, esporádicamente- a recorrer los bares. Las terrazas son en verano el objetivo."En estos negocios de temporada es donde se da el fraude", afirma Juan Ignacio Rojas, responsable de higiene alimentaria en el Ayuntamiento, "porque interpretan que no están sujetos a las mismas normas".

Los responsables del Ayuntamiento están a la espera de recibir los resultados de los análisis de las muestras recogidas por inspectores. "De todas formas", dice Juan Ignacio Rojas, "el año pasado no se produjo ningún caso de garrafón y hace dos años tan sólo encontramos dos o tres".EI fenómeno del garrafonazo tuvo su máximo apogeo hace ocho años y ha disminuido de manera elocuente. En 1989, la re vista Marco Real, del sector de bebidas alcohólicas, realizó un muestreo centrado sobre todo en terrazas: entre un 70% y un 80% servían por aquel entonces garrafón. Varias marcas de bebidas alcohólicas presionaron al director de la revista, Juan José Delgado, para que no publicase el estudio. "Decían que les podía perjudicar, que la gente dejaría de comprar bebidas de marca por miedo a que les dieran garrafón".

Concierto de 'garrafón'

"Yo soy poco barero", dice el cantautor Luis Eduardo Aute, "pero todo el mundo dice que lo que se sirve por ahí es mierda". Y Leo Vignola, guitarrista del grupo madrileño Labanda, relata su experiencia: "Toqué en una conocida sala de Madrid en la que pedí un whisky antes de la actuación. Me dieron un garrafón de los auténticos que me hacía ver todo nublado. ¡Y eso que sólo tomé uno! Toqué de pena".

Vignola asegura que son muchos los pubs y bares de la noche madrileña que recurren al relleno de botellas. El artista Javier Gurruchaga, por su parte, admite haber bebido algún licor de melocotón "cabezón", pero se muestra más preocupado por las tortillas y las mayonesas en esta época del año.

La Comunidad de Madrid ya ha desestimado los controles rutinarios. "Ya no hay garrafón-, afirma Miguel Conde, subdirector general, de Protección al Consumidor. "Si un particular hace una denuncia, investigamos". En la Unión de Consumidores Españoles tampoco se han recibido denuncias: "Esto suele afectar a gente joven, que no está acostumbrada a reclamar por estas cosas", comentaba una portavoz de esta asociación.

No obstante, un informe elaborado por la revista del Área de Sanidad y Consumo del Ayuntamiento en marzo de 1993 señalaba que "el garrafonazo no es una práctica generalizada, ( ... ) aunque todavía existen establecimientos en los que se detecta este fraude". También se advertía de que el fraude actualmente sólo tiene carácter económico, ya que en ningún caso se sirven alcoholes nocivos para la salud.

Según señalan en el Laboratorio Municipal, el método de relleno de botella -un fenómeno residual, en su opinión- se ha perfeccionado: antes se rellenaba con alcoholes fabricados en España y de mala calidad. Ahora, se traen whiskys escoceses con una composición similar a la de las marcas que imitan, pero de peor calidad. Así, resulta más difícil detectar mediante análisis las irregularidades que se hayan podido cometer.

Miguel Primo de Rivera, relaciones públicas de la marca de whisky JB, denuncia la indefensión de las grandes marcas ante el garrafón. "Lo que nos preocupa son las importaciones no controladas", dice. "Traen, por ejemplo, Smirnoff de Brasil, que es más barato, y lo venden sin que haya pasado todos los controles. Lo que intentamos hacer para combatir este fenómeno es igualar los precios de la bebida en todo el mundo para que no compense traer la mercancía de fuera". "De todas formas", señala Primo de Rivera, "estamos en el país de la picaresca. Uno viaja por la costa y se encuentra una destilería cada 10 kilómetros, de éstas que fabrican Bailas [en vez de Baileys] o Lirios [en vez de Larios]".

Las multas para aquellos locales que incurran en fraude a la hora de servir alcohol oscilan entre 5.000 y 2.500.000 pesetas, dependiendo de la gravedad de la infracción cometida. "Al que rellene botellas con alcohol de peor calidad se le puede multar con 100.000 pesetas", dice Rojas, "pero en ningún caso se llega a cerrar un local, a menos que atente contra la salud pública".

La prueba del whisky

Cuatro redactores de El País-Madrid recogieron muestras de una conocida marca de whisky servida en diez locales representativos de la noche madrileña. A continuación, las trasladaron al Laboratorio Municipal, sin indicar que se trataba de un reportaje periodístico. Casi 20 días después, los resultados, reflejados por escrito, indicaban que tres de esas muestras no se ajustan a la normativa vigente -los valores de los parámetros químicos y la gradación alcohólica no coincidían con los de esa marca-. Los redactores comunicaron este hecho posteriormente a la dirección del laboratorio, que negó validez legal al resultado. Según María Luisa Conti, subdirectora del Laboratorio Municipal, el hecho de que las muestras no-hayan sido recogidas por inspectores del Ayuntamiento las invalida. Según Conti, "con que hubiera en el. vaso de la muestra una gota de agua, un resto de detergente o de otra bebida, la muestra queda invalidada".Los inspectores siempre recogen las muestras directamente de las botellas [posibilidad a la que los periodistas no tenían acceso, ya que no podían identificarse para evitar que se les ocultaran las eventuales botellas de garrafón]. "Además", añadió Conti, "las desviaciones que se aprecian en esos parámetros no son lo suficientemente significativas como para afirmar tajantemente que no se trata de la marca que venden".

La doctora Carmen Polo, del Instituto de Fermentaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), comenta que es muy difícil determinar mediante el tipo de análisis que realiza el Laboratorio Municipal si el alcohol que. se sirve es o no de la marca con la que se vende.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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