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Don Bluth presenta 'Pulgarcita', un cuento de hadas en dibujos animados

Rocío García

El cineasta norteamericano Don Bluth es comó Pulgarcita, "una personita en un mundo inmenso plagado de problemas", el personaje de su último filme que se estrena el próximo viernes en España. Basado en el cuento de hadas clásico de Hans Cristian Andersen, Pulgarcita cuenta, en palabras de su guionista, director y productor, la, historia de "una niiña pequeñita, nacida en el centro de una flor". Bluth, que ayer estuvo en Madrid promocionando su filme, siguió los dictados de su corazón, igual que Pulgarcita, y en 1983, después de 12 años de trabajo en la Walt Disney, fundó su propia compañía, con la idea de revivir el estilo de animación clásico."La finalidad de las películas de dibujos animados es la de ir ocultando mensajes. Un filme de animación en realidad es teatro y debe ceñirse a las normas de construcción dramática del teatro. Y como todo gran teatro, es un gran espejo en el que te miras, te ves y te gustas o no. Los griegos entendieron que el teatro era el fermento que hace dorar al pan", dice Bluth, que el próximo 1 de agosto vuelve a instalar su compañía en Estados Unidos, en el estados de Arizona, tras ocho años de trabajo en Dublín (Irlanda). "Nos trasladamos a Europa, porque en Estados Unidos consideraron que las películas de animación no tenían ningún futuro". Ahora, el director de éxitos como Fievel y el nuevo mundo, En busca del valle encantado o Todos los perros van al cielo, regresa a su país con un gran contrato de 40 millones de dólares (5.600 millones de pesetas) bajo el brazo con la Twenty Century Fox para adquirir ordenadores para sus próximos proyectos animados.

Gran dibujante, Don Bluth no cree que el ordenador llegue a sustituir la magia del artista. En Pulgarcita, ha utilizado el ordenador sólo en cinco escenas debido al altísimo coste que supone su utilización y el tiempo empleado -la visión de un pájaro por el cielo de París le llevó confeccionarla nueve meses-. "El arte es una expresión del alma, los ordenadores son solo máquinas, como un lapicero. En manos de una persona adecuada pueden hacer cosas magníficas, como conseguir que la cámara penetre en el gráfico y así hacer de la experiencia de la animación algo mucho más real. Es únicamente una herramienta que sigue las instrucciones del dibujante", señala Bluth, mientras en segundo dibuja su propia Pulgarcita con lápiz y papel. Aunque reconoce que se ha vuelto más serio y se pregunta muchas veces si el mundo necesita otra película sólo para divertirse, Bluth está empeñado en cambiar el mundo a través de los cuentos de hadas animados.

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