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MUNDIAL 94

Escobar muere a manos de unos fanáticos

El defensa de Colombia recibió en Medellín cinco tiros de unos hinchas que le recriminaron su autogol ante EE UU

Andrés Escobar, de 27, años, defensa central de la selección de Colombia, murió ayer en Medellín tras recibir cinco Impactos de bala. Cuentan testigos del suceso que tres hombres que viajaban en un todoterreno interceptaron a Escobar cuando se disponía a subir a su automóvil. Acababa de cenar en el restaurante El Indio con su novia, Pamela. Agresivos, altaneros, después de proferir algunos improperios, le gritaron: "Gracias por el gol". Acto seguido accionaron el gatillo.Pero a Escobar lo mató también la intolerancia, la principal causa de muerte en este país. Cualquiera que haya sido el móvil de su asesinato -tortuosos vínculos entre el deporte y la mafia, como algunos señalan, o el más difundido, un demencial cobro de cuentas de un fanático que no le perdonó el autogol que cometió en el partido frente a Estados Unidos en el Mundial-, la suya es otra muerte de la guerra cotidiana.

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El cuerpo sin vida del futbolista llegó a las 3.50 del sábado a la sección de urgencias de la clínica Medellín. "Ya no pudimos hacer nada; había fallecido de parada respiratoria. Presentaba varios impactos de bala, unos cinco, tal vez diez, que le afectaron el cuello y el tórax", relató María Cristina Gómez, una enfermera que diariamente, en cada turno, atiende decenas de casos como éste.

Así, absurdamente, concluyó la vida de un futbolista que soñaba con resarcirse del mal momento en el que introdujo el balón en la portería de su compañero óscar Córdoba, contribuyendo negativamente al fatídico marcador 2-0 frente a EE UU.

"Quiero seguir jugando a lo mismo. Estoy en la mitad de mi carrera. Aspiro a jugar siete años más. Dios quiera que pueda...", había dicho Escobar a un periodista de la emisora de Radio Todelar, el pasado miércoles, mientras bajaba, maletín en mano, por las escaleras del hotel Marriot de Los Ángeles, de donde los futbolistas colombianos salieron mucho antes de lo que pensaban ellos. Los hinchas fanáticos habían desplazado hacia sus virtuales éxitos toda las expectativas de triunfo de un país marcado por la mala imagen del narcotráfico y la violencia.

También los apostadores habían consignado millonarias sumas a favor del equipo, y ésa es otra de las supuestas causas del crimen: la desvalorización súbita de las acciones de la selección nacional en el sórdido mundo del dinero fácil, en Medellín, donde dicen se jugaron y perdieron fuertes sumas.

Escobar habló de la tristeza de la derrota antes de morir. "De todo esto, de la derrota y el regreso prematuro, lo que más me duele es la tristeza de los técnicos Francisco Maturana y Hernán Darío Gómez. Ellos le han dado mucha gloria al fútbol, son personas antes que técnicos". Sobreponiéndose a lo inevitable de los malos resultados deportivos, añadió: "Aunque la ilusión se pierda, hay que mantener la esperanza, tener tranquilidad, seguir adelante".

Pero no pudo. Ni una semana sobrevió Escobar a su propio optimismo. Ráfagas con las que tantos colombianos van armados por la vida cobrando venganzas propias y ajenas le segaron un futuro en el que ya se bosquejaban posibles contratos con el Boca Juniors o el Milan, donde dicen que su pierna zurda y su cabeza certera se cotizaban en 1.400 millones de pesetas.

Y es que pese a la amnesia, decepción y derrotismo que estos días embarga a la afición colombiana, todavía se recuerda que fue un cabezazo de Escobar el que le dio al país la efímera y a la vez eterna satisfacción de haber metido un gol en el arco de la selección inglesa, en Wembley, en un partido que condujo al equipo de Maturana a Italia 90.

El consejo extraordinario de seguridad en Medellín decretó retenes en toda la ciudad a la caza de quienes perpetraron el crimen. Las autoridades de la ciudad han ofrecido-3,5 millones a quien suministre información sobre el paradero de los asesinos. Anoche, Ramón Emilio Gil Bermúdez, jefe de las Fuerzas Militares de Colombia, informó que dos personas habían sido detenidas - Enrique Alonso Cardosa y Humberto Muñoz- y se buscaba al autor material del homicidio. El sospechoso, según la versión de la policía, es Santiago Gallón, propietario del coche en el que huyeron los hinchas.

En 1992 fueron 25.000 las víctimas de las múltiples guerras. En 1993 la estadística aumentó a 29.000. Sólo el 15% se atribuyen a conflictos armados con la guerrilla y las bandas del narcotráfico. Las demás caen en el frente de las riñas conyugales, de la exasperación de los automovilistas, de las disputas en los bares, o de la descomposición de la policía que fue la que originó el jueves otra muerte absurda. Un niño de 13 años que ofrecía caramelos en un autobús en Bogotá, fue acribillado por dos policías borrachos.

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