Los guerristas darán la batalla si se les margina en un cambio de Gobierno
El Gobierno trabaja con la perspectiva de que la legislatura se prolongará al menos durante un año, pese al riesgo de un mayor desgaste, y realizará un gesto político, una vez que pacte los presupuestos con Convergència i Unió (CiU), después del verano. Desde La Moncloa no se descarta que el gesto abarque desde la presentación de la cuestión de confianza hasta el cambio del propio Gobierno. La posibilidad de un cambió de Gobierno cuenta con un obstáculo de índole interna. El sector guerrista, el más insistente en las filas del PSOE a favor de la remodelación, pretende introducir algunos de sus representantes en el Ejecutivo, pero Felipe González entiende que, de producirse la remodelación, debería ir en otra dirección.
"Si Felipe González hace un cambio de Gobierno y no da juego al sector minoritario del partido, abrimos un conflicto. El presidente tendrá que tener muy claro el cambio, por tanto, para llevarlo a cabo", aseguran fuentes próximas a González. El Gobierno, pese al varapalo de las elecciones europeas y al tremendo desgaste, juega con dos bazas a favor de su continuidad: el apoyo parlamentario de los nacionalistas catalanes y vascos y los primeros síntomas de salida de la crisis económica que pueden aliviar algo la tensión social, que ha soportado durante el último año.El apoyo de los nacionalistas catalanes al Gobierno se va a traducir básicamente en unos Presupuestos pactados que se empezarán a negociar la segunda semana de julio. Francesc Homs, de CiU, señala que sus líneas generales son la reducción del déficit público, el mantenimiento de los tipos de interés, la aplicación de la reforma del mercado laboral y la reducción selectiva de impuestos, con la vista puesta en la creación de empleo.
Paralelamente, el Gobierno tratará de cerrar un acuerdo con la Generalitat en materia autonómica, cuyo núcleo fundamental es un nuevo modelo de policía autonómica. El nuevo modelo se podrá extender a otras comunidades autónomas.
Tras el cierre de los Presupuestos, el Gobierno tratará de dar un nuevo impulso político. En un plano ideal, el Gobierno socialista trataría, en ese momento, de abrirse a un Ejecutivo de coalición con CiU y PNV. La cuestión se pondrá sobre la mesa en la reunión que esta misma semana celebrarán Felipe González y Xabier Arzalluz. Sin embargo desde La Moncloa se cree muy difícil que esta hipótesis pueda llevarse a cabo pues los nacionalistas no parecen muy dispuestos a comprometerse en un Gobierno. La fórmula alternativa que maneja el Ejecutivo es que Felipe González se someta, en ese momento, a la cuestión de confianza ante el Parlamento e, incluso, abra una crisis de Gobierno.
Esta última posibilidad fue planteada en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE del pasado lunes por Alfonso Guerra y algunos de sus seguidores. Felipe González la ha dejado abierta. Pero sobre ella se cierne un obstáculo. El objetivo del guerrismo al plantear la crisis es introducir a miembros de su tendencia en el Ejecutivo. Los guerristas han manejado algunos nombres como Eligio Hernández para Interior y Francisco Fernández Marugán para Economía. Pero González no está dispuesto. a abrir una crisis para dar entrada a guerristas clásicos.
El terreno en el que el presidente del Gobierno ha conseguido el consenso generalizado de su partido, tras las reuniones de la dirección y del grupo parlamentario, ha sido el de la futura acción del Ejecutivo. Las nuevas líneas de actuación del Gobierno son la recuperación del diálogo con los sindicatos, especialmente con la UGT, la mejoría de las relaciones con otros partidos, especialmente IU, y el cambio de talante del Ejecutivo.
En este último sentido, Felipe González reconoció ante la dirección de su partido y del grupo parlamentario la insuficiencia de gestos de su Gobierno, su escasa presencia pública y su pérdida de sintonía con la sociedad. Tanto desde el Gobierno como el PSOE se valora como un modelo de actuación a imitar la del ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, por su actuación decidida en la renovación de la cúpula de Interior y en la toma de iniciativa política.
El plan de actuación del Gobierno tiene un límite temporal: las elecciones autonómicas y municipales del próximo año. Un nuevo batacazo electoral en esos comicios pondría muy dificil la continuidad del Gobierno si se tiene en cuenta, además, que en la primavera de 1996 se celebrarán las elecciones autonómicas catalanas en las que CiU compite con el PSC. Con esas premisas sería muy difícil para Felipe González conseguir la renovación del apoyo parlamentario de CiU a los Presupuestos con lo que se vería obligado a anticipar las elecciones legislativas.
A la expectativa
El guerrismo está a la expectativa de los movimientos que haga Felipe González en las próximas semanas. Los guerristas levantaron la bandera del cambio de Gobierno, una vez conocidos los resultados de las elecciones europeas. Alfonso Guerra, en un tono suave, planteó ante Felipe González, en la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE del pasado lunes, la conveniencia de relevar a un Ejecutivo con "excesivo peso tecnocrático".En días previos a la reunión de la Ejecutiva, los guerristas recordaron críticamente como ejemplo de "insensibilidad social" las reflexiones públicas del ministro de Economía, Pedro Solbes, sobre el riesgo que corre el sistema de pensiones. Pero no lo manifestaron ante González.
El sector renovador asegura sin ambajes que la campaña electoral ha sido un fracaso, realizada con esquemas antiguos, de resistencia, y con la huella clara de Guerra.
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