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"El futuro de la ópera está en la televisión", afirma el barítono italiano Ruggero Raimondi

El cantante actúa hoy en Barcelona, el día 19 en Sarajevo y en julio en Madrid

Desde de que protagonizó Don Giovanni bajo la dirección de Joseph Losey, el bajo barítono italiano Ruggero Raimondi (Bolonia, 1941) es para muchos el seductor por excelencia. Sus incursiones cinematográficas han popularizado su rostro, pero su prestigio se ha labrado en los escenarios líricos, dando vida a Felipe II, Don Quijote o Boris Godunov. Raimondi, que hoy debuta en el Palau de la Música de Barcelona, considera que el mejor medio para divulgar la ópera es la televisión. "Cuando se reconstruya, el Liceo debería tener su propio estudio de televisión", afirma.

A pesar de su imponente presencia, con 1,90 de altura, Raimondi exhibe una amabilidad, una naturalidad y un sentido del humor que rompe cualquier distancia. Advierte que, a estas alturas de su carrera, agradece hasta las críticas más negativas sobre su tipología vocal. "Soy un bajo que ha cantado determinados papeles de barítono. Pero lo que siempre me ha importado es crear emociones al público", explicó ayer en Barcelona. El cantante cree que las nuevas generaciones de voces tienen una sólida preparación técnica, pero lamenta que ese tecnicismo limite la creatividad y la entrega en el escenario. "La ópera, como los toros, necesita sangre y pasión".Raimondi, que considera el teatro "como una droga", reconoce lo duro que es el momento del retiro para un cantante. "Ver a una soprano de 60 años dando vida a una tierna jovencita enamorada es algo patético. Yo he dejado de interpretar a Don Juan porque no me parece serio hacerlo con los 103 kilos que peso".

El cantante italiano volverá a cantar en Madrid el próximo mes de julio con La italiana en Argel, de Rossini, que el Teatro de la Zarzuela presenta en una producción de la ópera de Montecarlo dirigida escénica mente por Pier Luigi Pizzi y musicalmente por Alberto Zedda .Raimondi, que clausura hoy la temporada del Palau 100, frecuenta cada vez más el mundo del recital, con programas como el que ha preparado para su debú en el Palau: arias y canciones de Bellini, Liszt, Duparc, Fauré e Ibert, acompañado por el pianista Edelmiro Arnaltes.

Después de su recital en Barcelona, Raimondi viajará a Sarajevo, donde el próximo día 19 cantará el Requiem, de Mozart, bajo la dirección de Zubin Mehta, con el tenor Josep Carreras y la soprano Cecilia Gasdía. "Es horroroso pensar que a sólo dos horas de avión se está viviendo una gran tragedia. Muchos cantantes colaboramos en actos benéficos, aunque no le demos publicidad", explica.

Raimondi es, como el tenor Plácido Domingo y el bajo-barítono Jose Van Dam, uno de los pocos cantantes de ópera que han frecuentado el mundo cinematográfico. Además de Don Giovanni, de Losey, y Carmen, de Francesco Rosi, ha protagonizado Boris Godunov bajo la dirección de Zulawski y una película que nada tenía que ver con la ópera: La vie est un roman, de Alain Resnais. "El cine me ha dado una popularidad que no habría conseguido sólo en la escena. Cuando Losey me eligió para protagonizar Don Giovanni llevaba años cantándolo en teatro, pero no estaban las cámaras para inmortalizarlo. Después del éxito de la película me han considerado uno de los grandes intérpretes de la obra", explica.

A pesar de su experiencia, Raimondi se muestra escéptico ante el matrimonio de la ópera y el cine. "La ópera es un espectáculo elitista y poco comercial, como el teatro. Y llevarla al cine es dificil y muy costoso. Don Giovanni es un clásico porque Losey fue un genio que supo reflejar en la película sus grandes ideas. Pero todos los que después han buscado reproducir la monumentalidad de su propuesta escénica han fallado estrepitosamente".

El año pasado, Raimondi participó en Madrid en el programa Los divinos, retransmitido a más de 40 países por Mundovisión, y en Roma intervino en la versión televisiva de Tosca, ambientada en los escenarios naturales donde transcurre la acción de la ópera de Puccini. "La televisión es el medio del futuro. Los macroconciertos son una buena forma de atraer al público, pero todos nos hemos vuelto muy cómodos y la televisión permite disfrutar el espectáculo en casa. Creo que se debería trabajar más en las fórmulas para llevar la ópera a la televisión", explica el cantante.

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