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Muere Carmen Bravo-Villasante, pilar de la literatura infantil y juvenil española

Su obra era referencia obligada en la especialidad

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Carmen Bravo-Villasante, uno de los pilares de la literatura infantil y juvenil española, murió ayer en Madrid a la edad de 75 años a consecuencia de una enfermedad de corazón. El pasado abril, mientras participaba como jurado en los premios Andersen en Copenhague, sufrió una trombosis. El entierro se celebrará hoy en la intimidad familar.Sus obras Historia de la literatura infantil española (1959) y Antología de la literatura infantil en lengua española (1962), han sido la referencia indiscutible durante casi 30 años, y la fuente imprescindible para los posteriores estudiosos de la literatura infantil de nuestro país, un género que ella contribuyó a inventar y dignificar, y que defendió, hasta ayer mismo, con pasión y con dos armas infalibles: su gran cultura y su meticuloso afán de investigación.

Madrileña, doctora en Filosofia y Letras, escritora y traductora (dominaba el alemán, el inglés, el francés, el portugués y el italiano, y en 1977 recibió el premio nacional de traducción Fray Luis de León), Carmen Bravo-Villasante vivió volcada en la literatura, y su producción sorprende por la amplitud de sus intereses, que van del ensayo a la poesía, de las recopilaciones folclóricas (Una dola, tela, catola; El libro de los 500 refranes; Adivina, adivinanza, son tres de sus títulos más conocidos) al teatro infantil, pasando por la crítica y la investigación. Pero fue la literatura infantil quien acaparó sus mejores esfuerzos y quien le deparó, como ella misma gustaba decir, sus mayores satisfacciones. Entre ellas, la concesión del Premio Nacional de Investigación de Literatura Infantil, del Ministerio de Cultura, en 1980.

Viajera infatigable, Carmen Bravo-Villasante era el nombre español de referencia en todas las manifestaciones internacionales de la especialidad. La echaremos en falta.

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