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El 'síndrome del parado', enfermedad en alza

Los expertos advierten que hay que estar preparado para periodos de inactividad

Milagros Pérez Oliva

Aumenta el paro, aumenta la depresión. Una relación que los especialistas no discuten porque ya se ha demostrado. Pero la inactividad, para quien ha estado educado en la mística del trabajo, acaba afectando no sólo a¡ equilibrio psicológico, sino también biológico: a menudo aparecen trastomos gástricos, digestivos y neurológicos. Es el síndrome del parado. Los especialistas advierten que el paro no es ya un fenómeno coyuntural. Que, a partir de ahora, la vida laboral va a estar jalonada de periodos de paro y que hay que empezar a prepararse psicológicamente para ello.

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Oriol Llorens es un ingeniero catalán padre de seis hijos, cuatro de ellos todavía en periodo de formación universitaria. Hace ya algún tiempo que cumplió los 50, y desde hace dos años está en paro: "N unca en la vida hubiera imaginado que, después de haber sido becado por la fundación alemana Krupp, de haber trabajado sin descanso durante muchos años y de haber alcanzado un puesto directivo en una empresa importante, podría encontrarme algún día así: parado y sin perspectivas de trabajo", dice.La realidad del padre parado refuerza la desesperanza de los hijos, conscientes de que no tienen fácil encontrar un trabajo, y que si lo encuentran, la perspectiva más realista es pensar que puedan perderlo en cualquier momento. Para el padre, ésa era una posibilidad que ni siquiera se le pasó por la cabeza: "Para muchas personas, el paro es la primera crisis seria de su vida", afirma Javier Jiménez, profesor de Psicología Industrial. "Y, además, es una crisis nueva, frente a la que normalmente no tienen recursos psicológicos". Entonces, una depresión reactiva es algo más que una posibilidad.

Las tres fases

El síndrome del parado llega tras un tiempo de inactividad. Antes, la mayoría de los parados suelen pasar un proceso de tres fases. La primera es de signo lúdico. El parado se toma las primeras semanas como unas vacaciones. Hace algunas cosas que no pudo hacer antes y se entrega al bricolaje. Es tiempo de deliberado optimismo, como si quisiera reponer fuerzas. La segunda fase es la de la búsqueda. Las gestiones no surten resultado. La angustia comienza a asomar el hocico y se convierte en desolación conforme comprueba que se van agotando los recursos.

La tercera fase es la del hundimiento. El parado comienza a pensar que nunca encontrará trabajo. Interioriza el pesimismo y acaba creyendo que el mal está dentro. "Si no encuentro trabajo es porque no valgo, porque no estoy preparado", se dice. De ahí a la depresión sólo hay un paso, y si se prolonga, se hace crónica y requiere tratamiento médico. Pero el paro no provoca sólo alteraciones psicológicas. También desencadena patologías físicas, en algunos casos severas. Un estudio de 1993 de CC OO en Madrid encontró que el 35% de los parados encuestados presentaba alteraciones nerviosas; otro 35%, molestias gástricas, y otro 8%, también intestinales. El estudio también reveló que el consumo de psicofármacos era muy superior entre los parados que en la población general.

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