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Las víctimas del terremoto de Colombia pueden alcanzar el millar, según el Gobierno

Decenas de niños huerfanos por la sacudida de la naturaleza, viudas ojerosas y hombres heridos se. apiñaban ayer, pacientes, casi resignados, en espera del socorro. Helicópteros de fabricación rusa son los encargados de arrancarles del infierno. Todas las carreteras o accesos por tierra se hallan cortados. Muchos de los damnificados apenas si pueden hablar. Aún están presos del terror y de la pena. "No tenemos esperanza. Todo se ha ido", musita Antonio Campo, de 34 años, quien está en primera fila de un grupo de desahuciados batidos por el viento y la lluvia. "No tenemos ropa ni comida. No sabemos qué hacer".Las autoridades colombianas admiten que el número final de muertos puede superar el millar. Los corrimientos de tierras provocados por el violento terremoto del pasado lunes (de una magnitud de seis grados en la escala Richter) han asolado numerosos pueblos del valle de Paez, sito en los Andes colombianos, a más de 290 kilómetros al suroeste de la capital, Bogotá.

Varias aldeas han sido borradas del mapa por un torrente de agua, piedras y maleza que bajó del valle como un torbellino de muerte arrasando todo consigo. El desbordamiento del caudaloso río Paez fue más dañino que el propio terremoto, cuya acción directa mató a dos personas e hirió a 30.

Al pueblecito de Toez, una de las comunidades indíginas más importantes de la región, con 600 pobladores, le tocó lo peor de la tragedia: hoy, ya no existe. Muchos de sus habitantes están enterrados, perdidos para la estadística, bajo el barro. Otros han huido despavoridos hacia la montaña asustados de su propia tierra. Los que regresan ahora se topan con una gigantesca manta de lodo marrón donde antes estaban sus casas. Sólo tres árboles trémulos han quedado en pie, desafiantes a la tragedia, como único símbolo de que alli, en Toez, antes hubo un trozito de vida.

El director para la Prevención y Atención de Desastres, Omar Cardona, precisó que, al término de la segunda jornada de trabajos de rescate (seis de la madrugada, hora peninsular española) se habían registrado 253 muertos, 71 desaparecidos y 116 heridos. Las autoridades colombianas calculan que unas 8.000 personas que viven en ambas márgenes del caudaloso río Páez se han visto afectadas por los corrimientos de tierra. Fuentes del Comité Operativo Nacional de Salud señalaron que el retraso en la comunicación de las cifras de víctimas de la tragedia se debía a una voluntad de no "sembrar la alarma" y a las dificultades que ofrece el terreno selvático de esta zona de Colombia.

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