"Alejandro Magno fue el James Dean de la antigüedad", dice Gisbert Haefs
El autor de 'Aníbal' presenta su nueva novela histórica
"Con Alejandro, he visto ponerse el sol sobre Siwah. y lo he visto levantarse sobre la cordillera donde termina la India; he resistido el sol del mediodía babilonio y he temblado de frío en las noches de Persépolis". Son palabras de un personaje de Alejandro, de Gisbert Haefs (Edhasa), pero podría pronunciarlas cualquiera que lea esta nueva novela histórica del autor de Aníbal (20.000 ejemplares vendidos en España). Haefs ha recreado la vida de Alejandro de Macedonia (356 AC-323 AC) en una extensa novela en la que la figura del joven conquistador del mundo brilla con todo su encanto. "Alejandro fue una estrella ya incluso en vida, fue un poco el James Dean de la antigüedad", dice Haefs.
Alejandro se divide en dos volúmenes de los que el primero acaba de aparecer y el segundo se publicará la próxima primavera. Como en Anibal, Haefs compagina inteligentemente la ficción con el rigor histórico y la atención al detalle (puede detenerse en la descripción de cómo se construye una lira, o hacer respirar el olor de un puerto griego). En Alejandro la estructura de la narración es más compleja que en Aníbal. "Esa estructura es necesaria", explica Haefs. "La historia de Aníbal es extraordinaria, pero muy lógica en sí; la de Alejandro es muy compleja, no se puede narrar de una manera directa, precisa de más distancia y puntos de vista diferentes".La aproximación de Haefs a Alejandro y su tiempo es muy peculiar. "Ví que había que inventar un hilo , dentro o fuera de la historia oficial, para mantener el interés del lector. La idea básica es que Alejandro, Filipo, los griegos, son sólo un aspecto de un asunto muy complicado, un juego entre poderes, entre Macedonia, Atenas, Persia, Egipto, también -de nuevo- Cartago, con servicios secretos, espías, intercambios de información, metas ocultas, sacerdotes, mujeres... En gran parte lo he inventado, pero es verosímil". Uno de los persona ¡es protagonistas, de hecho el que desgrana la historia y posee algunas de sus claves es Aristóteles. "A diferencia de Platón, era un hombre sano y razonable, empírico, le interesaba todo. Entonces, ¿porqué no pedirle que cuente todo lo que sabía de la historia? Fue preceptor de Alejandro y al final de sus días, éste le escribía cartas. Aristóteles me era necesario: en una narración con varios hilos debía haber alguien que hiciera los nudos". Haefs incluso se permite alguna broma a costa del filósofo: hace que, moribundo, queme su perdida Comedia para calentarse, lo que por otro lado sugiere un guiño a El nombre de la rosa.
Parece que Haefs se identifica más con el vital, ingenioso y chistoso Filipo que con su hijo "Hay otros en mi novela que me caen también más simpáticos que Alejandro", reconoce "Alejandro es, simplemente demasiado complicado. Me imagino desayunando con Parmenión, por ejemplo, pero no con Alejandro". Alejandro tiene algo de enigmático, quizá como un Hamlet. "Pero sin su indecisión. Alejandro, en suma es demasiadas cosas para entenderlo: a la vez extrovertido e introvertido, generoso y cruel joven y rey del mundo". En la novela de Haefs, los personajes insisten en señalar el anhelo de Alejandro por ir más allá: "Nostalgia por la otra orilla, por el otro lado de las montañas, por el lado oculto de las cosas, por lo que hay debajo de las sombras y detrás del viento". ¿Era tan fascinante Alejandro? Pseudo Calístenes dice que tenía cabellera de león y los ojos de diferente color, uno oscuro y el otro azul. "Era bello", reflexiona Haefs. "Se dice que tenía incluso un aliento y un olor corporal agradables. Las leyendas sobre él comienzan ya desde su juventud. Yo creo que explotó ese aura que le rodeaba para conducir a sus soldados".
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