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Brüggen: "Las grandes orquestas del futuro no se atreverán a tocar Mozart"

El Músico holandés es pionero en el uso de instrumentos de época

El flautista y director de orquesta holandés Frans Brüggen (Amsterdam, 1934) es una de las personalidades más fascinantes del mundo de la música. Junto a Gustav Leonhardt y Nikolaus Harnoncourt, inició la revolución interpretativa con instrumentos de época y, en 1982, fundó la prestigiosa Orquesta del Siglo XVUI. "En el futuro las grandes orquestas sinfónicas no se atreverán a tocar Mozart, Haydn o Beethoven fuera de estilo", afirmó ayer en Barcelona. Brüggen dirigió la Orquesta of the Age of Enlightenment, formación con la que esta semana ha actuado en La Coruña y Madrid.

Frans Brüggen es uno de los padres espirituales de la interpretación con instrumentos originales. Como sus colegas, Leonhardt y Hamoncourt, siempre acude a los manuscritos y estudia las técnicas de interpretación de la época. El resultado de esta permanente inquietud investigadora se traduce en una adecuación estilística de la música de Bach, Haydn, Mozart o Beethoven que elimina los vicios y excesos románticos que. todavía mantienen muchas orquestas y directores. "Es un problema de herencias que han alimentado muchos directores que no se tomen el tiempo necesario para estudiar y analizar las partituras originales y las técnicas de interpretación vigentes en cada época", explica.El director holandés comprende que muchos de sus colegas, al ver limitado así su repertorio, se niegan a reconocer la importancia de este movimiento. "Estoy convencido de que cuando una orquesta como la Filarmónica de Viena me invita a dirigir, es sencillamente porque piensan que puedo enseñar algo", dice.

Para Brüggen, la polémica entre los partidarios de las interpretaciones con instrumentos antiguos o modernos ya no tiene sentido. "La aportación fundamental de nuestra investigación es que por fin se han dado cuenta de que, con instrumentos modernos o antiguos, lo importante es cuidar el estilo y abandonar esa práctica funesta de tocar todo con mucho vibr`ato". Cuando Brüggen realizó su primer ensayo con los músicos de la Filarmónica de Viena, sus primeras palabras fueron claras: "¡Nada de vibrato, no vibréis durante media hora y veremos qué pasa!".

En los últimos años Frans Brüggen, que concreta su actividad artística en el terreno de la dirección, trabaja asiduamente con grandes orquestas sinfónicas. Pero, al margen de su trabajo en el campo sinfónico y operístico, Brüggen es ante todo el creador y alma mater de la Orquesta del Siglo XVIII, uno de los conjuntos sinfónicos con instrumentos originales más perfectos del mundo. "Cuando comenzamos a trabajar, hace 12 años, nuestro nivel era mucho menor, pero gracias a nuestro sistema de trabajo, al talento de los músicos y a la excelente, relación humana que mantenemos, la orquesta tiene hoy una calidad extraordinaria", explica.

En la Orquesta del Siglo XVIII conviven músicos procedentes de 19 nacionalidades, desde Alaska a Japón, pasando por España. Trabajan cada año durante varios periodos, ensayan minuciosamente, planifican las giras y producen sus propias grabaciones (siempre en directo), que venden al sello Philips. Todos los miembros de la orquesta son músicos free lance, seleccionados entre los más reputados especialistas de cada instrumento. "El ambiente de trabajo es perfecto, a todos nos entusiasma hacer música y en el terreno económico todos, absolutamente todos, cobramos lo mismo. Desde el director hasta el último atril cobra el mismo dinero por su trabajo", explica Brüggen, asegurando que él sólo aplica los honorarios propios de una figura de la dirección orquestal cuando trabaja como director invitado.

Brüggen mantiene una cordial relación con Gérard Mortier, director del Festival de Salzburgo, y comparte sus razones artísticas para enfrentarse a los intereses de las multinacionales discográficas y las pretensiones de determinadas estrellas. "Pero la verdad es que a mí me gustan también las grandes voces, como Jessye Norman o los grandes directores. Creo que, por encima de los divismos, el público siempre se da cuenta de la genialidad de un intérprete", dice Brüggen.

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