Cinco navíos de EE UU vigilan que no se burlen las sanciones
Cinco barcos de la flota norteamericana surcan las costas de Haití para evitar que pueda entrar a ese país el más mínimo cargamento que contenga algo más que medicinas, alimentos básicos y combustible para cocinar. Un equipo de expertos de las Naciones Unidas trata, al mismo tiempo, de impermeabilizar la frontera con la República Dominicana, que ha sido la principal fuente clandestina de petróleo de los haitianos en los últimos meses. Pero la preocupación de Estados Unidos está más bien centrada en cómo afrontar la ola de refugiados que crecerá a medida en que se deteriore la situación en el país más pobre de América.El Gobierno norteamericano ha convencido a las Naciones Unidas para que contribuyan en la formación del personal de emigración y técnicos que va a ser necesarios para separar a los refugiados políticos, a los que se permitirá entrar en EE UU, de los demás, a los que se devolverá a Haití. Mientras ese proceso se lleva a cabo EE UU va a necesitar también espacio en el que mantener a los haitianos. Buques de guerra serán utilizados en ese menester, pero, además, Washington ha solicitado la colaboración de Francia y el Reino Unido para que le presten sus islas del Caribe como centros de acogida a los refugiados.
Con todo y con ello, esa situación no podrá sostenerse por tiempo indefinido. Si los militares que derrocaron al presidente Jean-Bertrand Aristide en 1991 y violaron después un compromiso para devolverle el poder insisten en seguir en sus puestos, Estados Unidos tendrá que plantearse más tarde o más temprano la intervención militar.
Al pedir permiso al Congreso para utilizar a las fuerzas armadas en la aplicación del embargo que entró en vigor en la medianoche del sábado, Clinton dijo que la operación pretende "restaurar la democracia y el pronto retorno del presidente legítimamente elegido".
