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Un anciano acuchilla a su hermana inválida y se tira por un puente

Concepción Elvira Rupérez, de 81 años, sufrió en silencio postrada en una habitación del hospital Puerta de Hierrro hasta que su hermano Ricardo, de 78 años, decidió matarla a navajazos en la misma cama del centro médico donde había pasado un mes. A continuación, Ricardo se tiró por el puente de la Dehesa de la Villa. Según su familia, no pudo soportar la agonía de su hermana, a la que había cuidado obsesivamente.La mujer sufría demencia, multiinfarto cerebral, hipertensión arterial y filación auricular. Apenas podía hablar y su brazo izquierdo estaba paralizado. Antes de ingresar, había permanecido en una residencia de ancianos de Galapagar.

A las 13.30 del miércoles, Ricardo, según su yerno, llamó a casa. Dijo que no regresaría para comer, que se quedaba en el centro para una cura y que luego acompañaría a su hermana. "La visitaba todos los días, desde la mañana hasta la noche. Sólo vivía para verla. Estaba trastornado", comentó el familiar.

La hermana inmóvil compartía habitación con una enferma en coma profundo.

La jornada de ayer fue pródiga en sucesos. En la comisaría de La Latina, un hombre murió tras ser conducido allí por la policía y después de haber pasado un reconocimiento médico en el hospital. Los, agentes encontraron en un coche a José Luis Pérez Rodríguez, de 33 años, con síntomas evidentes de intoxicación etílica. Le trasladaron al hospital Clínicó y allí le examinaron y le dieron el alta. Simplemente, le diagnosticaron la borrachera. Al comprobar sus datos, los policías vieron que estaba fichado con antecedentes policiales y con una orden de busca y captura de un juzgado de Benidorm. Por ello le condujeron

a comisaría, en cuyos calabozos falleció horas después. Ayer se le estaba efectuando la autopsia, cuyos resultados se esperan para hoy. Pérez Rodríguez estaba viudo y era padre de dos hijos.

Dos adolescentes de 12 años sumaron ayer un accidente a la lista de los sucesos del día. Chocaron con su moto contra un coche y sufrieron heridas graves. Ninguno de los dos llevaba casco.

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Por otro lado, la policía ha desmantelado otros tres talleres de confección donde trabajaban ilegalmente grupos de chinos. En este caso -lo que constituye una novedad- uno de los presuntos jefes explotadores tenía nacionalidad española. Los agentes detuvieron a 26 personas, 25 de ellas de origen oriental (el restante es el español). Dos de los detenidos son menores de edad. Los agentes que participaron en la operación sacaron horrorizados a la luz alimentos putrefactos, colchones mojados e instalaciones de gas manufacturadas.Ninguna de las fuentes oficiales consultadas ayer -Ministerio de Exteriores, delegación del Gobierno, jefatura de policía y Embajada de China- supo precisar cuántos orientales han sido expulsados o puestos a disposición judicial en los últimos meses. Más de 150 chinos han sido sorprendidos en talleres ilegales en este tiempo. El viaje de los expulsados -que paga el Estado español- cuesta cerca de 220.000 pesetas.

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