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El rockódromo se pudre a unos metros de la explanada que sirve como foro de las fiestas

Lleva cuatro años inutilizado y el Áyuntamiento todavía no puede usarlo

Joseba Elola

Con buena bota y buen -calcetín. Así de equipados tendrán que ir esta noche los amantes del rock al aire libre. Paradojas legales. Hoy comienzan las actuaciones que se esperan más masivas de las fiestas de San Isidro en un lugar que se presta a convertirse en un barrizal, en un espacio que no está concebido para albergar conciertos.. Y a unos metros de la explanada está el rockódromo, abandonado desde hace cuatro años, con su suelo de cemento, sus desagües para luchar contrá la lluvia, su enorme escenario, las torres de luz, taquillas, terrazas y chiringuitos.

Los que acudan a la explanada tendrán que tirar incluso de paraguas, si se confirman las noticias que anuncian tormentas. Ayer, este espacio reservado para las Fiestas de San Isidro se veía lleno de charcos. Premonición de un buen barrizal. A unos metros, el rockódromo se moría de aburrimiento. El que fuera símbolo del rock en San Isidro estaba seco. Su suelo de cemento resiste; y sus gradas, también.Pero el caso es que el Ayuntamiento no puede utilizarlo. El 20 de febrero de 1989, el Patronato de la Feria de Madrid -organismo que siempre lo cedía- hizo una concesión administrativa a una firma privada, Empresa de Gestión de Auditorio de Madrid Sociedad Anónima (EGAMSA). La concesión estaba condicionada a la realización de una serie de obras: la adecuada insonorización era condición imprescindible.

El último verano

EGAMSA comenzó su actividad sin hacer caso de esta rúbrica. Durante el verano de 1989 (el último de su actividad), artistas como Rubén Blades, Silvio Rodriguez o Manhattan Transfer pasaron por el escenario mientras los espectadores elegían en cuál de las multiple barras o terrazas instaladas se tomaban la copa.

Pero los vecinos de la zona empezaron a protestar por el ruido: 150 decibelios a las tres de la madrugada. Con la llegada al poder de la coalición PPCDS llegó el cierre. "Se les dio un plazo [en alusión a EGAMSAJ para actuar y no hicieron nada% afirma Pedro García San Nicolás, gerente del Patronato de la Feria del Campo.

Desde entonces,- el silencio -es el rey del rockódromo. Donde antes sonaban guitarras eléctricas, ahora Sólo se oye el rumor de los pajarillos. Donde se sentaban los madrileflos amantes del rock crecen ahora arbustos que en estos cuatro años de abandono han alcanzado de más de-dos metros de altura y alguna que otra jeringuilla. "Estamos estudiando acciones legales, el tema quedará resuelto este año", afirma García San Nicolás.

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Los años de abandono se ha, consumido en la búsqueda de soluciones y no ha sido tiempo suficiente para agilizar la puesta en marcha de uno de los pocos espacios, con capacidad para 10.000 personas, que funcionaban en una ciudad en la que escasean los auditorios para el rock. Se han manejado distintos proyectos, entre los cuales, figuraba la instalación de una carpa para cubrir el rockódromo y la construcción de uno nuevo en otro sitio.Ayer, a menos de un kilómetro de distancia, en la explanada-donde hoy cantará Antonio Vega, cerca de 50 personas trabajaban para poner todo a punto. "Vendrá gente del Ayuntamiento para drenar el terreno si llueve", comentaba un responsable.- El aforo estimado de la explanada llega a las 35.000 personas. Y parece fácil adivinar dónde mearán los espectadores: sólo hay una veintena de urinarios prefabricados.

Véase columna de programación en la página 23.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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