Aparicio: "El triunfo supera todos mis ideales taurinos"
"Este triunfo es tan grande que supera con mucho todos mis ideales taurinos, todos mis sueños, y todavía no me lo acabo de "creer". Así se expresaba Julio Aparicio al término del festejo de ayer, mientras casi un centenar de personas inundaban su habitación del hotel, algo que agradecía "porque me ayudan a despertar, a empezar a darme cuenta que es una realidad".El torero se consideraba el hombre más feliz del mundo: "Y más que por el éxito en sí, que es definitivo en mi carrera, porque la faena fue casi tan perfecta que, entre lágrimas y flotando como nunca en mi vida, me olvidé hasta de que estaba delante de un toro que me podía herir".
Añadía que ese estado de flotación le había ocurrido muchas otras veces antes "pero nunca con tanta intensidad; por eso cuando enterré la espada estaba como marcado, dando vueltas por el ruedo sin saber a dónde dirigirme, incapaz de encontrar el burladero".
Lo paradójico es que el toro no le gustó nada al principio: "Fue el quite que le hicieron mis compañeros cuando empezó a gustarme, aunque al iniciar la faena no las tenía todas conmigo". Sin embargo, agregaba que después el toro se vino a más fue como un repentino milagro y yo estallé como si entrara en una especie de trance, una situación que compensa tanto los malos momentos de mi carrera domo los sacrificios de la misma, que han sido muchísimos".
Venía a su memoria en ese instante la operación de menisco que sufrió en 1993 pocos días antes de hacer el paseíllo en Madrid, cuando iba a confirmar la alternativa: "Aquello me destrozó la temporada, pues ya sólo actué en nueve tardes y mucha gente dejó de creer en mí".
Aparicio decía que se sentía más torero que nunca y que ahora comprendía la grandeza de la plaza de Las Ventas: "Hay que tener el corazón muy preparado para escuchar a 24.000 aficionados rugiendo. Por eso vinieron las lágrimas, la emoción, y con ellas la explosión de mi toreo "' A esos mismos aficionados no había convencido su actuación en el. primer toro, lo que entendía: "Era flojo y no estuve muy centrado, entonces sí que me pudo algo el ambiente".
Sus piropos a esta afición continuaban cuando bromeaba alrededor de una famosa frase tópica sobre Madrid. "Eso de que de Madrid, al cielo es verdad. Al menos al cielo taurino ningún otro lugar te puede transportar". Después prometía que a partir de ahora jamás rehuirá el coso de Las Ventas: "Soy torero de Madrid ya para siempre, aquí haré el paseíllo siempre que me lo pidan".
Su padre, el matador de toros del mismo nombre, que se había escondido durante la faena del triunfo de su hijo tras la puerta del callejón que lleva a la enfermería, admitió que "más que ver la faena, la he sentido". Por encima de él, en un tendido bajo del 3, el subalterno José Castilla, que ha actuado muchísimas ocasiones con el triunfador, saltaba loco de alegría y mostraba con orgullo sus brazos convertidos en auténtica carne de gallina: "De esto, en la actualidad, sólo es capaz Julio".
Por su parte, José Ortega Cano aprovechaba la entrevista para felicitar en primer lugar a Aparicio: "Me alegro muchísimo por él y por su concepto de toreo artístico, que es el que yo también reivindico". Un concepto que ayer no pudo mostrar, como reconocía: "Es que mis toros no fueron muy aprovechables". Y como ejemplo de sus ganas de triunfo ponía el brindis que hizo del cuarto toro al público: "Lo malo es que me engañó, pues muy pronto se apagó y ya sólo admitía el primer muletazo de cada serie"
También señalaba que el público se impacientó con él y comenzó a exigirle muy pronto, tanto en ese como en el anterior toro: "Es que no me perdonan ni una; lo quieren todo perfecto y a la más mínima ya chillan, con lo que me descentran, pues yo soy muy sensible y estas cosas me afectan mucho. Menos mal que aún me queda otra tarde".
Babelia
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