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Miles de embriones congelados están en España pendientes de su destino legal

El retraso en la regulación de la fecundación asístida plantea graves problemas éticos

Milagros Pérez Oliva

Los centros de fecundación asistida acumulan ya en España varios miles de embriones congelados, algunos de ellos de destino comprometido, porque las parejas de las que proceden ni los quieren paraellas ni están dispuestas a cederlos para la donación. ¿Qué hacer, pues, con esos proyectos humanos que la ley prohibe destruír? Hace ya cinco años que debería funcionar, según la Ley de Fecundación Asistida, una comisión nacional encargada dedilucidar estos casos. Y hace cuatro que debería existir un registro de nacimientos y donantes. También debería haber una normativa sobre acreditación de centros. La comisión está aún en fase de proyecto de decreto, y el resto de medidas, ni eso.

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La ausencia de desarrollo legal hace que en estos momentos no se sepa siquiera cuántos centros hacen en España fecundación asistida, ni qué técnicas aplican, ni cómo resuelven los muchos problemas éticos que se plantean. Tampoco se sabe, por tanto, cuántos embriones congelados hay. "Nosotros. tenemos algo más de 1.80V, indica Montse Boada, coordinadora del programa de fecundación asistida de la clínica Dexcus de Barcelona, el mayor banco de España. El Instituto Valenciado de Infertilidad, el segundo centro de reproducción en volumen de actividad, tiene otros ochocientos. Y el resto de los centros, se calcula que varios cientos más.En noviembre de 1988 se aprobó la Ley de Fecundación Asistida, que concedía al Gobierno un plazo de seis meses a partir de su promulgación para crear una comisión nacional, encargada de dilucidar los problemas, éticos y de toda índole, que pudieran plantearse. En el último consejo interterritorial de Sanidad se aprobó finalmente el proyecto de decreto para su creación.

Cuando la comisión se reúna, el primer problema que se encontrará sobre la mesa es el de los embriones sin destino. La mayoría de ellos son embriones sobrantes que se congelaron en previsión de que fracasara el primer intento de embarazo. Se trata de embriones que fueron concebidos in vitro por parejas que ahora no los quieren, pero tampoco están dispuestas a cederlos para la donación.

La ley prevé que los embriones sobrantes "se crioconservarán en los bancos autorizados por un máximo de cinco años". En noviembre de 1993 se cumplieron ya cinco años desde la promulgación de la ley, de modo que todos los embriones no reclamados quedaban en teoría a disposición de los bancos, se supone que para la donación. La ley no especifica, sin embargo, qué hacer cuando la pareja se opone a ello.

Hermanos desconocidos,

"Algunas de las personas que están en esta situación congelaron sus embriones antes incluso de que existiera la ley y, por tanto, no hicieron ningún contrato de cesión de los embriones para la donación" indica Montse Boada. "Otras parejas han desaparecido, y no nos atrevemos a decidir el destino de sus embriones, porque pueden reclamarlos en cualquier momento", añade.

El problema no es tan excepcional como pueda parecer. M. M. es una mujer de 35 años que ha iniciado un tratamiento de estimulación ovárica. Lo primero que preguntó cuando le dijeron que se fecundarían seis o siete embriones y que la mitad se congelarían es qué iba a pasar con ellos en el futuro.

"Cabe la posibilidad de que yo me quede embarazada en el primer intento. Incluso que tenga dos o tres hijos, puesto que me van a implantar tres embriones. Si tuviéramos un hijo, lo intentaríamos de nuevo con los congelados, pero si ya tenemos gemelos o trillizos, la verdad, no sé qué haríamos. Y por otra parte, me produce inquietud pensar que puedan darlos a otra pareja, porque eso quiere decir que habría por ahí unos hijos nuestros, hermanos de nuestros hijos, que pueden ser incluso muy parecidos, y encontrarse y... no sé". Muchas parejas se han encontrado con este problema cuando todo estaba ya consumado. "Varias de ellas han manifestado claramente su oposición a la donación, pero la ley prohíbe destruir los embriones", indica Montse Boada.

No sólo los embriones sobrantes plantean problemas éticos. A veces, la propia pareja sufre avatares que modifican las expectativas iniciales. El Instituto Valenciano de Infertilidad tiene dos embriones congelados sobre los que pesa la etiqueta de "pendientes de decisión judicial". La pareja que decidió concebirlos en las probetas del laboratorio se ha separado. Y ninguno de los dos quiere ceder al otro la posibilidad de utilizar los embriones.

El juez nos indicó que en el plazo de dos años no se debía conceder los embriones a un miembro de la pareja sin el consentimiento del otro. Cuando los dos años transcurran, la decisión final sobre estos embriones estará en manos del juez. Nosotros no podemos decidir", afirma José Remohí, uno de los dos directores del instituto.

Huérfanos

El Tribunal de Apelación de Toulouse acaba de ordenar la destrucción de dos embriones congelados de una pareja cuyo marido había fallecido en un accidente. En este caso, la pareja había decidido en un documento notarial privado y al margen de la normativa sobre fecundación asistida, que en caso de fallecimiento, los embriones fueran destruidos.

También fue un tribunal de Australia quien finalmente decidió el destino de dos embriones congelados por una pareja estéril de nacionalidad chilena, Elsa y Mario Ríos, que habían sido depositados en el banco de la Universidad de Melbourne pendientes de implantación.

La pareja falleció en un accidente de aviación y dejó una herencia de 1.200 millones de pesetas. ¿Debían destruirse los embriones? ¿Debían donarse a otra pareja estéril? Y en este caso, ¿debían heredar la fortuna? El caso no se resolvió hasta que el Gobierno australiano modificó la ley de sucesiones, estableciendo que en cualquier donación de esperma, óvulos o embriones, la paternidad, y por tanto los derechos sucesorios, no se determina por el origen genético, sino por el parto.

El tribunal los cedió en 1987 a una pareja estéril, pero los embriones no heredarán los 1.200 millones de sus padres biológicos. Afortunadamente, si se respetan las leyes de anonimato, nunca sabrán que en el momento inicial de su existencia eran multimillonarios.

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