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Argelia da que hablar

Tahar Ben Jelloun

Hacía algunas semanas que Argelia ya no daba que hablar. ¿Son buenas noticias la ausencia de noticias? Pero aquí parece mejor la traducción literal. No exactamente. Se ha producido un fenómeno de cansancio y de trivialización del terrorismo diario. Además había que dejar sitio a las demás noticias, como Ruanda y sus 200.000 víctimas, Roland Ratzenberger y sobre todo Ayrton Senna, que se mataron solitos corriendo a más de 300 kilómetros por hora. No, la situación no es la mejor en el país del emir Abdelkader, revolucionario y poeta místico. Se sigue matando a hombres de leyes, profesores, transeúntes anónimos y, de vez en cuando, como para volver a despertar la atención internacional, y sobre todo la atención de los medios de comunicación, se elimina a algunos extranjeros.El domingo 8 de mayo, en el mismo momento en que los ciudadanos volvían a salir a la calle para participar en una "marcha por la reconciliación nacional", marcha a la que el Frente Islámico de Salvación (FIS) se había negado a unirse, dos religiosos franceses -el padre Henry Vergés (de 64 años) y la hermana Paule Saint Raymond (de 67), ambos bibliotecarios- eran asesinados por desconocidos en el centro de Argel. Con ellos son ya 10 los franceses muertos en Argelia desde el 20 de septiembre de 1993, y 34 los extranjeros asesinados sólo para evitar que los Gobiernos europeos sostengan al régimen actual y también para provocar el interés continuado de los medios de comunicación.

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Francia ha pedido después de cada asesinato de uno de sus ciudadanos que las familias expatriadas en Argelia vuelvan a casa. Algunas han huido, otras se han quedado. El verdadero problema sigue siendo que Francia está en la peor situación para adoptar cualquier tipo de medida. Sólo puede indignarse, pero no puede adoptar una posición oficial a favor de uno u otro bando. Desde luego, la ayuda económica (que se lleva a cabo sin publicidad) continúa; así, en 1993 Francia concedió un total de 6.000 millones, de francos en créditos (1.000 millones para financiar la importación de bienes de consumo como medicamentos, automóviles o piezas de recambio; otros 1.000 en créditos para cereales, etcétera). Como acaba de declarar Mokdad Sifi, el nuevo primer ministro, en una conversación con el diario francés Le Parisien: "Todo lo que concierne a Argelia concierne a Francia. Francia está interesada en ayudar a Argelia. Si nosotros sufriéramos problemas graves de forma duradera, eso tendría un impacto sobre el Magreb y sobre Francia. Nuestros dos países están casados, histórica y culturalmente, y entre ellos existen cosas que deben ser protegidas y conservadas".

El Ministerio del Interior francés no opina igual. Para él, el matrimonio no ha tenido éxito. Sobre todo, no quiere acoger a los millares de argelinos que tratan de, huir de su país y refugiarse en Francia. El ministro de Estado, Charles Pasqua, lo ha dicho claramente: "¡No hay sitio!". En cambio, debería acoger con alegría la propuesta de Mokdad Sifi que pide a los emigrantes argelinos en Europa que vuelvan al país para participar en su evolución. Es seguro que Pasqua le ayudará a llenar los vuelos charter o los barcos con dirección a Argelia. Sifi ha declarado: "También nuestros compatriotas emigrantes deben contribuir a dirigir el país: lo digo claramente. Abro la puerta de par en par a los que quieran volver". Con ello está derribando una puerta que ya estaba abierta. Nunca se habló de impedir a los emigrantes que volvieran a casa.

En Francia viven 614.000 inmigrantes argelinos (inscritos legalmente), lo que representa el 17% de la población extranjera. A esa cifra se suman los más de 110.000 argelinos que han adquirido la nacionalidad francesa, sin hablar de los que la adquieren por derecho (todos los nacidos antes de 1962, la fecha de la independencia). Todo ello hace más que difíciles las relaciones entre ambos países. El terrorismo, y sobre todo la incapacidad del Estado para acabar con él, suponen que Argelia ha entrado en una dinámica que podría durar mucho tiempo.

Argelia está formándose como nación. Está reconquistando su identidad. Eso se hace con mucha violencia: parece que la historia la necesita. Ciento treinta años de colonización y ocho años de guerra terrible, seguidos de 30 años de régimen de partido único (el FLN), hacen que el pueblo argelino haya probado todas las violencias y aspire a la paz. Desgraciadamente, la marcha "por la reconciliación nacional" fue un fracaso; sólo reunió a 20.000 personas cuando se esperaba a más de 100.000. Como comparación, el FIS logró hacer desfilar a más de medio millón en febrero de 1990. Las últimas marchas organizadas el 22 de marzo y el 20 de abril por el movimiento cultural bereber (demócrata y laico) reunieron entre 30.000 y 50.000. Eso tal vez no demuestre nada. Pero dice bastante claramente que el FIS ni está aislado ni es rechazado del todo. Aunque el primer ministro lo considera "fuera de la ley", y opina que con él "no hay diálogo posible", continúa manteniendo una lucha sin cuartel contra el poder establecido. ¿Hasta cuándo? Nadie puede decirlo.

es escritor marroquí, premio Goncourt de novela en 1987.

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