La pasividad del Inem
La primera fundación laboral de España tiene parados sus talleres de formación por falta de respuesta oficial
Da pena ver vacías las hermosas instalaciones que la Fundación Laboral de la Construcción del Principado de Asturias ha montado en Ribera de Arriba, cerca de Oviedo. Son miles de metros cuadrados acondicionados para que los paletas sin formación o los desempleados aprendan gratis un oficio relacionado con la construcción.Todavía quedan restos de paredes alicatadas, muros levantados con materiales diferentes, enfoscados con acabados diversos, pruebas de instalación de chimeneas, soleras, encofrados, muestrarios de pinturas de texturas varias... Todo será derribado para que una próxima tanda de alumnos o desempleados las levanten de nuevo bajo la vigilancia y doctrina de un profesor. Pero da pena verlo todo vacío.
Serafín Abilio y Armando Adeba, presidente y gerente de la fundación, respectivamente, están que trinan. Son dos personajes enérgicos con mucha marcha en el cuerpo y muy involucrados con la suerte de Asturias, una región crónicamente castigada por el paro y la falta de perspectivas dinamizadoras de la economía.
Serafín y Armando muestran orgullosos el despliegue que ha montado la patronal de la construcción asturiana en colaboración con UGT y CC OO para elevar el nivel de formación de los trabajadores de la construcción, el más bajo de las actividades laborales. Se han invertido en esta tarea más de 1.000 millones de pesetas, y cada año las cantidades que se aportan a la Seguridad Social se revierten a la fundación para que las administre en la escuela, en becas, viviendas, complementos a prestaciones y en un fondo para premiar la fidelidad al sector.
Meses de retraso
El niño mimado de la fundación es la escuela. Imparte cursos de albañilería y jardinería, delineación básica, interpretación de planos o informática de gestión. El 30% de su actividad se financia con medios propios. El resto depende del Instituto Nacional de Empleo (Inem).
La fundación suscribió un acuerdo de colaboración con el Inem por tres años para regular la continuidad de los cursos. A finales de año programa las actividades del curso siguiente y las comunica al Inem de Madrid para que dé su visto bueno. Armando Adeba remitió el 29 y el 30 de noviembre de 1993 las actividades para 1994.
A mediados del mes siguiente, el subdirector de formación ocupacional del Inem comunicaba que saldría en "fechas próximas" en el BOE la convocatoria a los centros colaboradores para su inclusión en los cursos de 1994. La convocatoria se publicó el 13 de enero de 1994 y daba a los centros dos meses de plazo para presentar sus propuestas. Los centros han cumplido, pero ésta es la fecha -mediados de mayo, vísperas de finalizar los cursos- en que el Inem no ha hecho pública su resolución al respecto.
"No se puede dejar pendiente la programación de todo un año a estas alturas por culpa de la incompetencia -por utilizar una palabra suave- del Inem", afirma airado Armando Adeba. "Lo razonable es que estuviera decidido a finales del año anterior con el fin de que dispusiéramos de tiempo para programar nuestras actividades. ¿Qué puede pasar ahora? Que nos llegue a finales de mes o en junio. A partir de ahí necesitamos al menos un mes para contactar con las oficinas de empleo, convocar a los alumnos y entrevistarlos. En ésas nos llega el verano y no podemos iniciar las clases hasta septiembre. ¿Tiene sentido? Creemos que nuestro esfuerzo nos legitima para exigir al Inem que sea más serio. Su mal funcionamiento nos obliga a tener paralizada nuestra actividad". Cada año ha ido a peor. En 1992 tardó siete meses. El año pasado, ocho meses. ¿Cuánto tardará este año?
Los lectores que deseen exponer sus casos pueden enviarlos, documentados, a El laberinto. Sección de España. EL PAÍS. Miguel Yuste, 40. 28037 Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.