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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bajo sospecha

LA FORMACIÓN del Gobierno de Berlusconi ha sido la más complicada y conflictiva de la historia italiana. La neta victoria de la coalición de derechas en las elecciones sentaba las bases de un Gobierno estable presidido por Berlusconi. Pero esa coalición tenía serios problemas internos y ha sido preciso casi mes y medio de peleas y negociaciones con sus aliados para que Berlusconi pudiera presentar su equipo de Gobierno al presidente Scalfaro. Con un añadido sin precedentes: horas antes de esa presentación, Scalfaro envió a Berlusconi una carta pidiéndole garantías sobre la fiabilidad democrática de sus ministros. El nuevo Gobierno nace, pues, a pesar de su victoria electoral, en medio de las sospechas de gran parte de la sociedad italiana y de la opinión pública internacional. Cinco de sus ministros -aunque sea en carteras menores- pertenecen al partido neofascista. Desde 1945, los fascistas y sus allegados han sido excluidos de los Gobiernos europeos: Italia rompe ahora esa regla no escrita de la democracia que, desde la derrota del nazismo, obligaba a todos los partidos democráticos al consenso antifascista.Otra gran sorpresa ha marcado las últimas horas de la constitución del Gobierno: la capitulación de Berlusconi ante la Liga Lombarda. Ésta había exigido el Ministerio del Interior, esencial para sus planes federalistas porque dispone de los principales instrumentos de información y de ejercicio del poder. La demanda fue rechazada, incluso con la frase "no pasarán", pero al final Bossi se ha impuesto sobre Berlusconi, sin duda por el miedo de éste a perder la mayoría parlamentaria. Esta concesión no sólo debilita la imagen de Berlusconi como hombre fuerte de la derecha, anuncia una grave inestabilidad en el nuevo Gobierno. La Liga anuncia que continuará con sus exigencias y sus críticas a sus aliados. Uno de sus ministros, el del Presupuesto, insiste públicamente en que Berlusconi tiene que elegir entre la política y sus empresas, en que tiene que vender éstas para seguir como jefe del Gobierno.

Los ministerios de mayor peso financiero han recaído en dos democristianos. Todo ello pone de relieve el carácter contradictorio de la revolución que presuntamente ha vivido Italia. En principio debía limpiar todo lo viejo, marcado por la corrupción. Pero los viejos métodos permanecen. Reaparecen en altos cargos personas procedentes de los viejos partidos.

¿Cómo actuará este Gobierno en el plano internacional? El nuevo ministro de Exteriores, Antonio Martino, es un colaborador íntimo de Berlusconi, pero en temas económicos. La política exterior es para él un terreno nuevo: ha predominado el criterio de tener a una persona de confianza plena.

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El nuevo Gobierno parte con mal pie. El Parlamento Europeo ha votado una moción en la que expresó sus recelos ante la inclusión de ministros neofascistas. Pero no. sólo se trata del caso de los neofascistas. Además de la neofascista Alianza Nacional, también la Liga muestra unas fuertes tendencias contrarias a la construcción europea. Sólo los hechos podrán responder a la pregunta del papel que Italia se propone desempeñar en las futuras etapas de la Unión Europea.

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