La muerte es la estrella
Las distintas formas de morir obsesionan a los estadounidenses v triunfanen los últimos, "best-sellers'
Entre los 30 libros más vendidos actualmente en Estados Unidos, 12 tienen como motivo la muerte o las muertes. Algunos de ellos son casos de asesinatos, descuartizamientos y crímenes familiares; otros son ensayos concentrados en la observación del fin. Una obra titulada Embraced by the light (Abrazada por la luz), donde una mujer, Betty J. Eadie, cuenta la experiencia de su agonía a los 31 años, viene ocupando la cabecera de las ventas desde hace 40 semanas. Otro más reciente lleva por título How we die (Cómo morimos), y en él un eminente doctor llamado Sherwin B. Nuland, relata los estilos de muerte de acuerdo con la clase de mal que se padece, desde un accidente o un infarto al sida. Uno de los propósitos del libro, según se indica, es desmitificar el terror a morir, otro, sin confesar, es aprovechar el auge casi continuo de este asunto entre los medios norteamericanos.A partir de sucesos diferentes, sean los asesinatos o los suicidios, los accidentes o los virus, el temor a la enfermedad y la muerte disfruta de un poderoso espacio en las noticias. No significa que sea un descubrimiento reciente ni una novedad absoluta en Estados Unidos, pero existen momentos de crecida. Ahora al turno letal, cultivado estas semanas con el juicio del doctor Kevorkian, se suma aparte de la. inquietud por la criminalidad, el descubrimiento sanitario de nuevos acechos en las palomitas de maíz o la comprobación de investigaciones científicas fallidas en torno al cáncer de mama. Pero la mera sucesión de días soleados da lugar a los medios piara recordar que alrededor de un millón de nuevos casos de cáncer de piel se detectaron en 1993, cien por cien mas respecto a finales de los años setenta.
Suicidios jóvenes
Mientras las preocupaciones económicas se hallan en relativa retirada entre la clase media, la sensación de que en cualquier momento se puede ser acuchillado, acribillado o envenenado es alta. La cifra de asesinatos en Estados Unidos es siete veces mayor que en la media del mundo occidental, y siete de cada ocho ciudadanos han sufrido alguna clase de asalto. El primer año de esta década fue declarado -sin vigor- el de máxima criminalidad en toda la historia norteamericana y las cifras, desde entonces, no han cesado de divulgar el pavor. El desequilibrio real y emocional ha promovido la industria del abroquelamiento doméstico, y los mismos adolescentes han empezado a armarse. Unos 150.000 alumnos acuden diariamente a clase con armas de fuego, ya sea para agredir o para defenderse. Entre los jóvenes entre 15 y 19 años, pertenecientes a minorías negras o hispanas, el homicidio es ya la primera causa de muerte. Guerra entre bandas, asaltos indiscriminados y violencia vecinal son las principales causas. No sólo la calle es peligrosa. La familia americana se ha convertido en la institución más peligrosa. Un 20% de todos los homicidios nacionales se producen entre miembros en una misma familia y, a menudo, dentro del hogar.
En los riesgos hay que distinguir por sectores, pero nadie queda prácticamente a salvo. Los jóvenes negros mueren en mayor proporción que los blancos, pero los blancos se suicidan dos veces más. Concretamente, la tasa de suicidios entre los menores de 24 años se ha triplicado desde 1965. Entre los teenagers el suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte tras los accidentes.
Las drogas, el alcohol, la depresión, el aislamiento, la facilidad para conseguir armas de fuego, las familias rotas, las dificultades económicas, la cadena de violencia, los suicidios se van trabando. Irónicamente, según algunos análisis, ciertos métodos aplicados para prevenir el suicido entre los jóvenes pueden estar promoviéndolo. Mientras más del 40% de los escolares de Estados Unidos escuchan charlas sobre la filosofia de la muerte o el suicidio, la mortalidad sigue creciendo. A estas alturas, uno de cada siete adolescentes ha intentado suicidarse alguna vez. "Esas charlas, con su carga crítica confieren al suicidio un poder dramático que algunos llegan a encontrar atractivo", ha comentado Shervert Frazier, un antiguo profesor de psiquiatría en Harvard.
La atracción erótica
Probablemente esta es también la opinión de los media. Según el doctor Sherwin B. Nuland en su libro How we die, (número 5 en la lista de best sellers del The New York Times) la muerte con su bien escondido secreto reproduce el valor de la atracción erótica y desarrolla una excitación que induce a flirtear con ella.
¿Se trata en realidad de esto? Desde el tabaco al asbesto, de la aprensión a los disolventes, los teléfonos celulares o los pesticidas, el posible. envenenamiento de las aguas o del aire, los contagios de extrañas enfermedades de inmigrantes, los residuos de secretos experimentos nucleares, los nuevos tornados, los nuevos terremotos, la nueva oleada de cáncer y sida.
Un nuevo pánico
En la tercera semana de abril la cadena de televisión ABC dedicó un programa especial a presentar varios fenómenos de la nueva edición del pánico. La pérdida de acecho bélico exterior se ha sustituido por el temor interno. El pavor a la catástrofe mundial y masiva, desde el enemigo comunista al visitante de otro planeta, se ha reemplazado por el temor a la pérdida de la vida en el barrio o en la cama. Los seriales de la televisión, las películas como El cabo del miedo se repiten.Filtros, sistemas de alarma, artefactos paralizantes contra el agresor, cursillos de defensa personal, chequeos, dietas preventivas.El Ministerio de Agricultura distribuirá dos millones de postales entre los alumnos de la hig school para enseñarles a inspeccionar las hamburguesas. La medicina está logrando que la gente viva más años, pero no siempre mejor. Los suicidios entre los mayores de 65 años han aumentado un 25% en seis años. El juicio al doctor Kevorkian, que ayudó a morir a 20 pacientes desde 1990, ha puesto en evidencia esta parte asistencial de la, muerte. Casos de enfermedades crónicas que aminoran las funciones y postran psíquicamente, la soledad familiar y social, contribuyen a esa depresión suicida. Esta sería la muerte minoritaria y sin temor, frente al divulgado temor a la enfermedad y la muerte.
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