La fuerza de los símbolos
Magüi Mira se presentó en Madrid con el monólogo de Molly Bloom, del Ulyses de Joyce. Parecía un empeño imposible. Difícil, de texto irreal y al mismo tiempo narrativo, con emociones auténticas y con palabras de duermevela. Ha hecho muy bien una carrera de actriz, está instalada en ella; y aparece ahora otra vez como monologuista extraordinaria, de un texto también dificil, el de Ella imagina de Juan José Millás: complejo porque tiene muy poco donde asirse, una palabra suelta y con relaciones inmateriales, menos narración: vive también en otro terreno de nadie, el de las fantasías mas o menos automáticas, pero provocadas, donde puede surgir y retirarse y hacerse hasta imagen visible el cuento de Antoniorrobles del soldadito de plomo que es una de sus bases, o una frase del padre, o unas profundidades sexuales, cargadas por Freud.La caja, el armario y los armaritos disminuidos en el escenario, el juego de dentro-fuera, forman parte del acervo de Freud casi de una manera ortodoxa. Símbolos vaginales, a veces con el valor de sitios de paso, por donde se va de un mundo a otro, de una fantasía a otra. La obsesión por los agujeros, que se comunican todos en todo el mundo... Sin duda, un acierto del autor en la creación del tipo y de su personaje, y una suma del director y escenógrafo, Plaza, que añade en su trabajo más simbología ambigua, mejores armarios y mayor cielo de paso por encima de los escondrijos -lo de fuera envolviendo a lo de dentro, que tantas veces se repite- y buscando una cierta personalidad en la actriz: una nueva apariencia de Magüi Mira, una reconversión en una figura de infancia, o de mujer-niña, dentro de la cual trabaja demasiado disfrazada y con una sobreactuación muy marcada, que no le era necesaria, sobre todo porque ella tiene su capacidad personal de expresión y gesto.
Ella imagina
De Juan José Millás. Intérprete: Magüi Mira. Vestuario: Pedro Moreno. Música: Mariano Díaz. Espacio escénico y dirección: José Carlos Plaza. Teatro María Guerrero, 5 de mayo.
Millás es novelista; se ha demostrado ya muchas veces que esta condición se puede traspasar al teatro con alguna facilidad. El monólogo citado de Ulyses, el ya famoso de Mario de Delibes, los de Tomeo, no son precedentes, sino que muestran un género en el que ahora incide este escritor; su prosa deconstruida, la soltura del. simbolismo aludido, la falta de sujeción del lugar y el tiempo, no son ya rémoras para el teatro. A condición de que el espectador se puede sentir afín con estos elementos. En este estreno parecieron estarlo y si hay una medida válida para los aplausos, parece que éstos se dirigieron en mayor fuerza hacia Mira, aunque llegaran también al autor y al director.
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