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Rabin y Arafat sellan el nacimiento de la nueva Palestina

Divergencias de última hora entre Israel y la OLP estuvieron a punto de hacer fracasar el acuerdo en El Cairo IGNACIO CEMBRERO El Cairo ENVIADO ESPECIAL

Hace ocho meses se hicieron las paces en Washington, y ayer, en la capital egipcia, nació la primera entidad palestina desde que hace 26 años Israel ocupó Cisjordania y Gaza. Pero el parto del acuerdo de autonomía para Gaza y Jericó estuvo a punto de fracasar. Durante el mismo acto de la firma, palestinos e israelíes estuvieron negociando ante las cámaras de televisión que lo retransmitían en directo. Hubo tensión entre el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el líder de la OLP, Yasir Arafat, en el escenario del palacio de congresos Medina al Nasser, pero, al final, los buenos oficios del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y del secretario de Estado de EE UU, Warren Christopher, salvaron la histórica ceremonia.

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Cerca de 2.500 invitados y 800 periodistas se habían dado cita en el centro de conferencias cairota para asistir a la firma del acuerdo que pone en práctica la Declaración de Principios suscrita en la Casa Blanca en septiembre por palestinos e israelíes. Cuarenta delegaciones extranjeras figuraban entre los invitados y una docena estaban encabezadas por ministros de Asuntos Exteriores, como la española presidida por Javier Solana.Jordania estuvo representada por un ministro de Estado pero, en cambio, otro de los países árabes que negocia con Israel, Siria, no envió a El Cairo una delegación, y Líbano sólo desplazó a altos funcionarios. De pie en el escenario estaban además de Rabin, Arafat y Mubarak, los dos copatrocinadores del proceso se paz, Christopher, y su homólogo ruso, Andrei Kózirev.

El anfitrión egipcio, que ayer cumplió 66 años, actuó como maestro de ceremonias. Pronunció un discurso resaltando el papel mediador de su país y después se pasó a la firma del documento de 200 páginas y de sus anexos.

A partir de entonces el ambiente se empezó a caldear entre los ocho protagonistas que escuchaban los discursos de pie, delante de la reproducción de una esfinge que simboliza a Egipto. El desafío para los palestinos, afirmaba Christopher, "no sólo consiste en establecer instituciones democráticas (...)" en su autonomía "sino en respetar la ley y garantizar los derechos humanos" mientras los israelíes "tienen la oportunidad de entablar relaciones constructivas con los palestinos".

Le sustituyó Kózirev en la tribuna de oradores, pero pocos invitados escucharon ya sus palabras. El público miraba atónito las gesticulaciones, los tensos cuchicheos y las caras largas de algunos de los protagonistas del acto de pie en el escenario. Ni siquiera el ministro ruso daba la impresión de prestar atención a lo que decía y de vez en cuando volvía la mirada hacia atrás con la esperanza de poder comprobar que habían llegado a un compromiso. Cuando le tocó el turno de palabra a Abu Mazen, el ministro de Exteriores de la OLP, la audiencia se preguntaba ya en voz alta qué sucedía.

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Arafat había firmado los documentos escritos, pero ninguno de los tres mapas adjuntos porque seguía considerando insuficientes los 62 kilómetros cuadrados que atribuían a la autonomía de Jericó. Rabin, indignado, tampoco rubricó y amenazó con dar un portazo. Pidió incluso a su caravana de coches que estuviese lista para regresar a casa.

Hubo entonces en el escenario numerosos conciliábulos. Mubarak hacía incesantes ¡das y venidas entre Arafat y Rabin, que rehusaba hablar directamente con el líder palestino. Más conciliador, su ministro de Exteriores, Simón Peres, sí entabló algún diálogo con un Arafat que aparentaba firmeza. Subió finalmente al estrado el máximo negociador palestino, Nabil Shaat, provisto de un papel que enseñó a su jefe. Ni aún así. El tono de voz subía. Para no dar el espectáculo, Mubarak pidió aplazar la sesión.

La interrupción duró 35 minutos. Detrás de la cortina se fraguó el acuerdo. Christopher y Mubarak convencieron a Arafat de que firmase porque, según le dijeron, la superficie que el mapa otorga a Jericó "no es definitiva y podrá aún ser negociada", explicó Shaat. El líder palestino rubricó finalmente pero, por precaución, añadió de su puño y letra ante las cámaras una reserva que recoge, al parecer, las aclaraciones que le hicieron. La frase añadida levantó las sospechas de Rabin y antes de poner su firma pidió que le tradujeran lo que había escrito en árabe. Le pareció irrelevante y acabó firmando. A Mubarak no le habían aguado su cumpleaños.

Como los demás oradores, Peres le felicitó entonces y para distender el ambiente hizo incluso una broma. "El mundo entero ha sido testigo del inciente que se acaba de desarrollar". "Teníamos un sueño sin mapa y ahora tenemos un mapa y un sueño", afirmó arrancando un gran aplauso. El jefe de la diplomacia israelí pronunció una alocución en inglés dirigida a la opinión pública internacional. "No queremos ser los gobernadores, los policías ni los jueces de los palestinos". "Sólo queremos ser vuestros buenos vecinos". "Hoy os damos la bienvenida como vecinos".

Rabin habló, en cambio, en hebreo y dejó claro que después de "tantos discursos bonitos" quería "dirigirse en su lengua al pueblo de Israel". "Miro ahora al pueblo palestino, nuestro vecino". "Cien años de enemistad entre nosotros han creado odio". "Os hemos matado y nos habeis matado (...)". "Hoy nos damos la mano". "Las gentes de Israel esperan que no nos decepcionen". "Vayamos a un futuro sin miradas asustadas de los niños".

Sólo un primer paso

Arafat aplaudió el discurso de Rabin a pesar de que el primer ministro israelí no hizo otro tanto con el del líder palestino, que sí provocó algunas palmadas de Peres. "Esto", dijo Arafat refiriéndose a la firma, "es sólo un primer paso". "Acaso sea el verdadero comienzo de un proceso para garantizar los legítimos derechos del pueblo palestino" que, aunque ayer no lo recordó, son el derecho a la autodeterminación y a la creación de un Estado independiente. La validez del acuerdo es de un máximo de cinco años, aunque podría ser inferior si la siguiente negociación avanza rápidamente.

El acuerdo prevé además que Israel retirará la mayor parte de sus tropas de la franja de Gaza y Jericó en 21 días; la policía palestina reemplazará a los soldados israelíes bajo un gobierno interino palestino, y los palestinos se harán cargo de sus propios asuntos, excepto en lo relativo a Defensa y Relaciones Exteriores.

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