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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La guerra en Bosnia

Quizá algún día nuestra generación aparecerá en los libros de historia como responsable de la desaparición del pueblo bosnio.Quizá nuestros nietos nos verán como aquella generación que bajo la indiferencia, la cobardía, o simplemente por negligencia, no luchó por los derechos de un pueblo, por unos principios y valores humanos que estaban amenazados.

Quizá se rebelen contra el legado que posiblemente les dejemos: una sociedad intolerante, antidemocrática; una sociedad en la que criminales disfrazados de políticos acabaron con los fundamentos de una sociedad abierta, democrática y tolerante utilizando instrumentos como la mentira, el chantaje y la violencia para conseguir sus objetivos.

Después de dos años de guerra el pueblo bosnio sigue sufriendo el horror de la guerra, luchando día a día por mantener una sociedad tolerante y multiétnica, el único fruto posible para generaciones venideras.

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Muchas veces he comentado con mis colegas o mi familia la frustración, la rabia y, sobre todo, la vergüenza que siento de ser europea o, incluso, de pertenecer a la raza humana. Cada vez que hay una matanza; cada día que se tacha en el calendario sin que se levante el asedio de Gorazde, Sarajevo, Tuzla, Srbrenica, Zepa; cada vez que oigo la artillería serbia atacando a la población civil.

Me avergüenza ver cómo un grupo de criminales pone en jaque a Europa, la OTAN, EE UU, la ONU, y consiguen sus objetivos políticos y/ o territoriales a base de jugar con la comunidad internacional, además de con la vida de todo un pueblo, sentando unos precedentes que autorizan a otros Karadzic, MIadic... en el mundo a ir en busca de sus objetivos.

Ahora, y con Gorazde, ya no puedo permanecer callada. Me siento defraudada por una comunidad internacional que a la vez que financia la ayuda humanitaria a los más de 2,5 millones de personas desplazadas de Bosnia cede ante los chantajes de los criminales; defraudada por la impotencia de nuestros dirigentes para interpretar y buscar soluciones inmediatas a una situación que, evidentemente, se les escapa de las manos.

Es ahora nuestro turno, el turno de la gente de la calle, de todos nosotros, los que todavía creemos en una sociedad abierta y tolerante. Es nuestro turno de gritar y exigir que se paren las matanzas, que se juzgue a los criminales, de plantamos ante los chantajes, las amenazas y la intransigencia, de exigir a nuestros dirigentes, a nuestros representantes en Europa y en el mundo unas acciones claras, consistentes y firmes.

Todos aquellos que vemos cómo continúa esta matanza y no hacemos nada por evitarlo seremos corresponsables no solamente de la desaparición de un pueblo, sino del futuro de próximas generaciones. Yo no quiero que algún día, cuando todo esto pase, uno de mis nietos me pregunte: "¿Y tú qué hiciste para ayudar a Bosnia?".-

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